Luego de un año de trabajo caracterizado por la novedad del experimento, el 8 de noviembre de 1990 salió la primera edición de El Poblado, periódico que poco después se llamó Vivir en El Poblado.
Nos parece justo no dejar pasar en blanco este aniversario, precisamente en un momento en que tanto se habla de innovación y hay toda clase de estímulos para los que se atrevan a crear empresa y a romper paradigmas con nuevas ideas de negocios. Pero en aquellos años no, menos aún cuando esta ciudad, epicentro de los Pepes y cuna del Cartel de Medellín, estaba asolada por el narcoterrorismo, las masacres y los secuestros. Incontables los locales, empresas, inversiones y proyectos personales que se fueron a pique cuando Medellín vivía en una especie de toque de queda diario no decretado. Años violentos y de desesperanza en que la mayoría de sus habitantes trataban de encerrarse lo más temprano posible en sus casas, donde tampoco estaban plenamente a salvo de una bala perdida o de la onda explosiva de un carrobomba.
Pues en este contexto se atrevió a innovar con el primer periódico sectorial de Colombia una persona que hoy recordamos con mucho cariño, admiración y agradecimiento: Julio César Posada Aristizábal, periodista de la UPB y fundador de Vivir en El Poblado. Su corta y fructífera vida terminó a los 46 años, pero fue tan sólido el proyecto periodístico que creó, que hoy, cuatro años y medio después de su muerte, Vivir en El Poblado continúa firme, guiado por sus postulados de periodismo serio, honesto y de servicio.
Su visión le permitió ver más allá del oscuro panorama que ofrecía la ciudad, de manera que no solo El Poblado fue el primer barrio colombiano en tener periódico sino que el esquema de financiación del nuevo medio lindaba con el optimismo suicida. En una década en que la inversión en publicidad también estaba afectada, Julio determinó que este sería el primer medio de comunicación gratuito del país y se sostendría con aportes de anunciantes que creyeran en él. Desde entonces ha contado con el apoyo de entidades o personas que a lo largo de estos años han sido un soporte fundamental en la tarea del periódico.
Es de resaltar que en Julio se conjugaron dos aspectos que pocas veces coinciden: la vocación de periodista y la visión de empresario, lo que sin duda permitió que el periódico naciera, creciera, se fortaleciera y permaneciera. Pero no fueron estos los únicos talentos que le ayudaron a consolidar a Vivir en El Poblado: en un principio era simultáneamente caricaturista, fotógrafo, ilustrador, diseñador, diagramador, periodista y, por supuesto, director. Claro, también repartidor. Como además era apasionado por los avances tecnológicos, se mantenía al tanto de los progresos en materia informática para implementarlos en el periódico y estar siempre a la vanguardia. Todo al servicio de un periodismo útil, que sirviera de conexión entre los ciudadanos y las autoridades y redundara en el bien común.
Hoy, 25 años después del surgimiento de aquella idea, Vivir en El Poblado, tanto el impreso como el punto com, expresa su inmenso agradecimiento a la comunidad de El Poblado, a sus lectores, anunciantes y a todos aquellos que han creído en la importancia del periodismo independiente, sin intereses políticos o económicos que lo aparten de su razón de ser.