Edificios y altura: reconociendo la hipertrofia urbana

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Altas densificaciones
Edificios y altura: reconociendo la hipertrofia urbana
Una ciudad requiere edificios altos pero ¿qué tan altos y cuál es el impacto real de estas estructuras en la ciudad, en su población, la que paga impuestos para el sostenimiento de la misma?

Lina María Aguirre
Una función ciudadana es informarse y educarse en las materias que le conciernen a su propio hábitat. Merece la pena seguir con detenimiento las cuestiones actuales de debate internacional en relación con las alturas de las edificaciones desde el punto de vista técnico, ambiental, estético, cultural y social, asuntos que trata habitualmente Vivir en el Poblado encontrando, en casos de estudio foráneos, una resonancia para discutir francamente en el contexto local.

Constantinos Apostolou Doxiadis (1914-1975) es un nombre importante en la historia de la arquitectura y las ciudades en el siglo XX. De origen griego, obtuvo su doctorado en la Universidad Charlottenburg (hoy Universidad Técnica de Berlín) y fundó en 1951 su compañía Doxiadis Associates, de ingenieros consultores, que llegó a extenderse por 40 países y fue una firma pionera en el uso de tecnología informática.

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También investigador, propuso la teoría ekistics (ekística) como una ciencia para estudiar los asentamientos humanos, indagando en su creciente complejidad con una perspectiva que involucra historia y arqueología. Doxiadis delineó el campo de influencia, objetivos, marco intelectual y relevancia de ekistics, alrededor de la cual se convocaba al Simposio Delos.

Entre los años 60 y 70, Doxiadis alcanzó un notable reconocimiento internacional como autor de estudios y varios libros. Fue invitado ante el Congreso de los Estados Unidos para exponer su visión sobre el futuro de las ciudades de ese país. La revista Time lo escogió para una de sus portadas. Fue además el arquitecto principal en el plan de diseño de Islamabad, la capital de Pakistán.

Doxiades fue entrevistado por el arquitecto, crítico y profesor Peter Blake en Form Follows Fiasco (La Forma sigue al fiasco- Por qué la arquitectura moderna ha fracasado, 1978) y sus argumentos entonces son valiosos para retomar hoy porque corresponden al análisis del impacto real del trabajo en urbanismo con la veteranía de los años y la experiencia internacional, y cuando ya se había dispuesto de un tiempo extendido para estudiar la forma en la cual reaccionan diversas comunidades a las nuevas estructuras, incluyendo los edificios de gran altura y rascacielos.

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Casi cuarenta años después, y en una ciudad como Medellín, en donde el valle está siendo colonizado por ese tipo de estructuras, y con el necesario ejercicio de proporcionalidad, es oportuno repasar los siguientes extractos de las declaraciones de Doxiades y del autor, así como otras voces que han cuestionado la ecuación edificio alto=progreso. Blake fue editor de la revista Architectural Forum, reconocido por sus discusiones con colegas, incluyendo famosos nombres casi intocables. Receptor del premio Howard Myers de Periodismo, la Graham Fellowship, Medalla de Honor y Premio de Mérito y Medalla de la Crítica.

Doxiades: “Mi mayor crimen fue la construcción de edificios altos [y rascacielos]. Las ciudades más exitosas del pasado fueron aquellas en las cuales la gente y los edificios estaban en cierto equilibrio con la naturaleza. Pero estos edificios funcionan contra-natura, o, en términos modernos, contra el medio ambiente (…) Funcionan en contra del hombre mismo, porque lo aíslan de los demás, y este aislamiento es un factor importante en la creciente tasa de criminalidad. Los niños sufren aún más porque pierden el contacto directo con la naturaleza y con otros niños. Estos edificios funcionan contra la sociedad porque impiden que las unidades sociales de importancia -la familia, el vecindario, etc- operen tan naturalmente como antes. Estos edificios funcionan contra las redes de transporte, de comunicación, y de servicios, dado que conllevan a más altas densificaciones, a vías sobrecargadas (…) y más importante, porque forman redes verticales que crean muchos problemas adicionales”.

Blake: “La primera alternativa al Dogma Moderno debería ser obviamente una moratoria a la construcción de rascacielos (…) Es indignante que torres de más de cien pisos se estén construyendo en un momento en el cual ningún ingeniero o arquitecto honesto puede decir con certeza lo que estas estructuras le harán al medio ambiente -en términos de congestión monumental de servicios (incluyendo vías y líneas masivas de tránsito), en términos de corrientes de viento a nivel de aceras, en términos de mapas de agua circundantes, de amenazas de incendio, de traumatismo interior, de depredación de barrios, en términos de contaminación los horizontes de nuestras ciudades, y en términos de poner en peligro las vidas de aquellos adentro y afuera, a través de fracasos estructurales y otros relacionados”.

James Howard Kunstler y el Dr Nikos A. Salingaros recogen estas y otras declaraciones en un texto conjunto publicado en Planetizen, red dedicada a planeación urbana, diseño y desarrollo al abordar repercusiones del atentado a las torres gemelas de Nueva York en el año 2001. Sus estudios, focalizados en casos en los Estados Unidos, se pueden encontrar replicados en diversa medida en ciudades colombianas como Medellín. Kunstler es investigador, crítico social, blogger y autor de varios libros sobre desarrollo urbano, incluyendo The City in Mind: Notes on the Urban Condition y The Geography of Nowhere (“porque creo que mucha gente comparte mis sentimientos acerca del paisaje trágico de autopistas, parqueaderos, mega-malls, ciudades echadas a perder….”) y Salingaros es profesor de matemáticas en la Universidad de Texas en San Antonio, autor de numerosos artículos científicos y un importante investigador en arquitectura y urbanismo, miembro de una red que promueve la “construcción de un mundo más humano”.

Kunstler y Salingaros (The End of Tall Buildings): “En todos los casos y hasta cierto grado, los edificios altos deforman la calidad, la función, y la salud a largo plazo del urbanismo en general al sobrecargar la infraestructura y el espacio público de las calles que los contienen. [Leon] Krier se ha referido a esto como ‘hipertrofia urbana’ (…) No es posible asegurar cuál es la altura óptima que deben tener los edificios, dado que edificios de más de diez pisos son un producto experimental de la tecnología industrial – la cual es así mismo un experimento para el cual todavía no se tienen resultados. Lo que sí sabemos es que las ciudadades como París, Londres y Roma han conseguido una excelente densidad y variedad [en el rango] de diez pisos, y han seguido progresando sin sucumbir a la hipertrofia extrema característica del urbanismo estadounidense”.

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