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Mieles de orígenes, sabores y características diversas, además de productos derivados, conforman la oferta de El Melario.
Por Claudia Arias Villegas / [email protected]
- A Natalia Agudelo, veterinaria, siempre le gustaron las especies no tradicionales. Por eso, ejercer su profesión a través de la apicultura, con la cual trabaja desde 2010, resultó una opción atractiva, y producir miel, una apuesta interesante. Así nació El Melario en 2013, inicialmente con un socio y con apiarios en Santa Elena, que trasladaron a San Vicente Ferrer en la búsqueda de un clima más propicio.
- Cinco años después la empresa dio los giros necesarios para consolidarse. Hoy Natalia, sola al frente de la misma, dejó la producción de miel, para comprársela a productores artesanales de distintos sitios de Colombia: San Rafael, San Carlos, Maceo en Antioquia; Anzoátegui, Tolima; Tierralta, Córdoba. “Muchos apicultores necesitaban comercializar y cambiamos el concepto para ser un puente entre estos y el consumidor y el transformador”. Hoy tiene tres líneas de negocio: apicultura, bienestar y gastronomía –que incluye repostería y panadería endulzada con miel–.
- Hace seis meses sumó a su taller un punto de venta arriba de la glorieta de Don Quijote, un local esquinero pintado de amarillo donde vende sus productos, recargan miel –con descuento– y están lanzando su línea de jugos endulzados con miel y con polen. En noviembre, además, celebran el mes del tamandúa, oso melero de la familia del hormiguero e imagen de la marca.
- Este dulce emprendimiento, de alma sostenible, le apuesta a crear cultura de consumo de un producto lleno de nutrientes y posibilidades de uso muy diversas.
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