El doctor Juan David Osorio habla fuerte, con el entusiasmo y la alegría de las personas que aman la vida, aunque, paradójicamente, ejerce un trabajo que lo mantiene cerca de la muerte.
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Las familias de sus pacientes lo conocen en los momentos más difíciles: cuando se están preparando para despedir a uno de sus seres queridos. Y, quizás por eso, establecen con él una conexión especial, porque es esa persona con la que pueden hablar abiertamente de un tema que a todos nos asusta. La labor de Juan David Osorio, médico cirujano, magíster en bioética y especialista en cuidados al final de la vida, es ayudar a las personas a comprender y asumir con tranquilidad la condición humana y natural de la muerte.
“En el siglo pasado, el tabú era el sexo; ahora es la muerte”, afirma Juan David. Desde su perspectiva, es bastante crítico con la forma en la que la sociedad moderna aborda la enfermedad, el envejecimiento y el fallecimiento: “Nosotros vendemos la salud en función de la vida, como si fuese un proceso inacabable”. El objetivo de nuestra sociedad de hoy, afirma, es prolongar el tiempo de vida, incluso a costa de la calidad: “Esto sustenta un gigantesco negocio, que te invita a mantenerte aliviado, bien nutrido, atlético y jovial. La gente está comprando una vejez más larga, unas enfermedades más crónicas y una muerte más lenta”.
En los 20 años que lleva ejerciendo la profesión, ha acompañado el final de la vida de cerca de 30 mil personas. Invita a los pacientes terminales y a las familias a entender la muerte como un proceso natural, y una de sus premisas es lograr que no se usen eufemismos para nombrar este momento difícil: “Invito a la gente a decir ‘se murió’; no decir ‘se fue’, ‘emprendió otro camino’, ‘transcendió’, ‘pasó a mejor vida’… Les digo: hay que llamar las cosas por su nombre, para apropiarlas”.
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Con las familias de los pacientes terminales, Juan David Osorio hace también un trabajo de preparación para el duelo, y hace énfasis en la importancia de los rituales.
“Ya no dejamos a los muertos unas horas en la cama, ni acudimos a las salas de velación, como se hacía antes. Nuestros muertos nos invitan a pensar en que somos mortales. Por eso es que no queremos verlos, para que no nos duela”.
Al no asumir la enfermedad, el envejecimiento y la muerte como procesos naturales, afirma Juan David, estamos viendo deudos que tienen que adaptarse a la sociedad y a la familia con su dolor oculto.
“El luto era la bandera del deudo. La gente se vestía de negro para decir: ‘se me murió alguien importante. Ingrésenme a la sociedad entendiendo que estoy en duelo… tolérenme, acéptenme, acompáñenme y respeten mi comportamiento”.
Además de su trabajo clínico, Juan David Osorio es docente y conferencista. Cada mes realiza, en el Club Unión, El café de la muerte, un espacio para hablar de un tema que para muchos es innombrable. El número de asistentes aumenta día a día, quizás, porque, como dice Juan David, “cuando hablás de la muerte, te apersonás de la vida”.
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