
Mario Mendoza | Santiago Gamboa |
El auditorio es grande como una de esas salas de cine de antes. La platea inclinada despeja la vista de los espectadores de las filas de atrás. No sé cuántas hay desde la primera, al borde del escenario, hasta la última, arriba, lejana. Quienes presencian el encuentro desde las últimas filas alcanzan a ver tres personajes que ocupan los sillones blancos a la izquierda del escenario iluminado por reflectores. El auditorio está completo, no cabe un alfiler. Santiago Gamboa en un extremo, Mario Mendoza en el otro, yo en el centro. Ellos no me conocen. Yo sé de ellos por sus novelas, cuentos, artículos y entrevistas, pero nunca antes los había visto en persona. Mario Mendoza y Santiago Gamboa son escritores con premios y reconocimiento internacional. Mi presencia entre ellos se debe a que fui invitado a participar como moderador del encuentro.
El encuentro tuvo lugar hace algunos días. La vida, los personajes y el origen de sus novelas fueron tema de la conversación. Gamboa y Mendoza hablaron de su escritura, de sus viajes y de sus motivaciones al público que en silencio colmó el auditorio y los escuchó con atención. Los dos son narradores sin fisuras, sin dudas, es evidente que han vivido lo que dicen. Mientras Gamboa habla del exilio buscado, de su vida en París, de su convivencia con la nostalgia de los colombianos exilados de verdad; Mendoza cruza los umbrales de la marginalidad bogotana con la que convivió al dejar su casa cuando todavía era un adolescente. No se desvían de su esencia de narradores y como personajes de sus historias no como autores, es lo que percibo en ese momento, narran el origen de sus obras.
¿Es posible vivir, recorrer, sufrir, ser personaje en alguna de esas ciudades que ellos con sus textos ya han recorrido?
“…Las coincidencias toman el lugar de la imaginación…”, escribió Paul Auster en Diario de invierno. Las coincidencias entre Mario Mendoza y Santiago Gamboa son un estímulo para la imaginación. Comenzaron en su lugar de nacimiento, Bogotá, con algunos meses de diferencia en la mitad de la década de los sesenta. Hijos de profesores universitarios nacieron en familias de clase media ilustrada. Vecinos en los bancos del colegio y la universidad, coincidieron con los maestros y tuvieron los mismos acercamientos a la literatura latinoamericana y a la poesía. Publicaron el mismo año La ciudad de los umbrales y Páginas de vuelta, sus primeras novelas. Novelas que también, por coincidencia, narran con múltiples voces sus acercamientos a la ciudad que los llama. Los dos, prefieren la elaboración de los personajes porque en ellos están los argumentos. ¿Son ellos personajes en busca de sus personajes? La literatura narra las historias de las personas, hombres y mujeres bajo el manto de muchas estéticas, tanto Gamboa como Mendoza escriben la estética de lo vital, de lo vivido, de la fuerza del momento y es, precisamente, la exacerbación de la vida aquello que los convierte, a mis ojos, en personajes de sus ficciones. Fue lo que sentí cuando, al término del encuentro, nos despedimos con un apretón de manos.
Ahora, en el momento de escribir esta nota, algunos días después de aquel encuentro, se da lo que en palabras de Mario Mendoza los sociólogos podrían llamar un factor de relación urbana y comprendo que la hora, quizá hora y media en que compartí escena, luces y conversación con Santiago Gamboa y Mario Mendoza fueron momentos de verdadera ficción, de esos que es necesario narrar para que queden en la memoria de los presentes y por supuesto en la mía…