Dos caras de montar en bus en El Poblado

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Cerca de 200 buses cubren al mismo tiempo las rutas que salen y entran a El Poblado. Acompañamos a un habitante y a una empleada de las zonas altas del barrio camino a sus destinos.

Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]

Dice que ha soportado esperas de hasta treinta minutos hasta que el bus al fin pasa. Sin embargo, en esta mañana de lunes estuvimos con suerte y al instante de asomarnos a la loma de Los González pasó la primera ruta, la 132 de Autobuses El Poblado Laureles.

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Son las 8:42 de la mañana del primer día de abril. Luis Guillermo Sosa, más conocido como Pike en el medio en que se desempeña, se dirige a su lugar de trabajo en La Alpujarra. Este comunicador es el líder de la Comisión Fílmica de Medellín, y por gusto hace varios años se moviliza en bus. Esto cuando el tiempo se lo permite, y también lo encartado que esté.

Antes vivía por El Tesoro, hoy por el cruce de Los González con la carrera 29A, lugar donde nos encontramos a la hora en que todos los días sale para esperar el bus que lo deja a dos cuadras de su oficina, por Palacé.

El bus va con pocos pasajeros, no más de siete entre estudiantes universitarios, señoras y ejecutivos. Luis Guillermo saluda al conductor, y este lo recibe con cordialidad, aunque no logra cautivarlo tanto como el que hace una semana le entregó dulces para hacer más ameno el viaje. Fue la misma semana, dice, en que le tocó un conductor nuevo que no se sabía la ruta y un guarda de tránsito lo tuvo que guiar para volver al trayecto indicado.

Luis Guillermo señala que su experiencia como pasajero es placentera, aunque tiene sus imperfectos. Las largas esperas, ya mencionadas, son uno de ellos. En el rato que lo estuve esperando para montarnos al bus vi pasar cerca de siete buses en un lapso de diez minutos, pero hay ocasiones en que no pasa ni uno solo, que en las horas de la mañana, con el apremio por llegar temprano al trabajo, acrecienta angustias.

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Otro punto crítico es la escasa información disponible sobre las rutas. Luis Guillermo habla con propiedad de la 130, la 132 y la Comercial Hotelera, pero no ocurre lo mismo para quienes no son habituales del sector. Hay muy poca información disponible en los paraderos, salvo los inteligentes que la Alcaldía instala gradualmente en la ciudad. En Las Vegas vi tres: en Eafit, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid y el Inem José Félix de Restrepo.
Toca salir de líos con los mapas descargables en Internet y lo que Google Maps disponga, pero el acceso a estas herramientas no es fluido para todos los usuarios.

Cómodo y sin estrés

El bus gira por la carrera 29A con rumbo a Los Balsos, y un pequeño taco nos ataja en esta loma. Es por el descargue de productos en un supermercado de la transversal Inferior. Lo pasamos y el viaje fluye más rápido hasta el intercambio de la 4 sur, donde tomamos el desvío hacia Las Vegas.

Luis Guillermo por decisión propia viaja en bus entre su trabajo, en el Centro, y El Poblado todos los días.
Luis Guillermo por decisión propia viaja en bus entre su trabajo, en el Centro, y El Poblado todos los días.

Luis Guillermo narra que en el bus viaja cómodo y destaca que es seguro. Lo más tarde que lo ha tomado es a las ocho de la noche, de regreso a casa, cuando la ocupación es mayor. Valora cómo ha mejorado el estado de los vehículos. Antes, sus ropas llegaban oliendo a gasolina. Hoy eso no ocurre.

En Las Vegas el bus se desocupa casi por completo. La mayoría se bajó por el sector de Eafit. Llegando a la 33 permanecemos Luis Guillermo, una señora y yo.

Ella pide que la dejen en esa calle, y nosotros continuamos hasta Los Huesos, donde termina el recorrido tras 25 minutos. Un viaje rápido, más de lo acostumbrado para Pike, quien dice que por lo general le toma hasta 40 minutos. Quizá influyó el pico y placa ambiental, que aunque no aplicaba este lunes sí ha cambiado rutinas.

 

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“Son contadas las veces que me va bien en el viaje”

Los días recientes han sido livianos en movilidad, comenta Luz Enith Henao, una empleada de servicio doméstico que labora por el Mall Verona, en la transversal Inferior, hasta donde viaja desde San Antonio de Prado. Así y todo, no duda en calificar el transporte público como “pésimo”, no de ahora sino desde hace “mucho tiempo”.
Lleva diez años haciendo ese recorrido a diario. Los primeros tres no había tanta congestión, dice, pero luego el panorama son tacos y más tacos.

Sale de su casa entre 6:30 y 6:40 de la mañana para tomar un bus que la deje en la estación Poblado y luego tomar otro transporte hasta su sitio de trabajo, en donde debe estar a las 8:00 de la mañana. A veces, aún saliendo a tiempo, no alcanza a llegar cumplida.

“Coger el bus en la estación es lo peor, las filas son interminables y luego el bus no sale a tiempo si no tiene cupo completo. Son contadas las veces que me va bien en el viaje”.

En ocasiones se ve obligada a coger un taxi colectivo -que están prohibidos por el Código de Tránsito-, que le incrementa el costo del pasaje, pero todo por llegar a tiempo.

El regreso, a su salida a las 4:00 de la tarde, es un poco mejor, pero algunas cosas no cambian. El bus que baja desde El Tesoro se demora mucho en pasar -“hasta 20 minutos”- y cuando lo ve venir, tiene las puertas cerradas porque ya va lleno. Entonces decide caminar por la calle 10 hasta la autopista Sur, que le demanda 25 minutos de esfuerzo físico.

Este paso a paso lo tiene que padecer día a día, sin que hasta la fecha vea solución, aunque comenta que el año pasado participó en una encuesta en la que le pidieron su opinión sobre el servicio. Su calificación fue “pésimo”.

 

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