Distrito 26 y el dirt jump le dieron otra oportunidad a Jacobo

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Los deportes extremos tiene su espacio en El Escobero. Allí, niños y jóvenes, vuelan entre maniobras, adrenalina y el verde de las montañas

Maxxis, Dragon, Ride On, ePa Racing, Cycle Planet, Riders son algunos de los patrocinadores privados que ayudan en la financiación de los eventos que realiza Distrito 26

Jacobo tiene los mejores recuerdos vividos en 17 años, pero tiene un vacío de 36 horas. Ese día y medio que pasó inconsciente sabe que no lo puede recuperar y mucho menos quiere detenerse en esa mala pasada que le jugó el destino haciendo lo que más le gusta: saltar en su bicicleta.

Ya tenía dos años de recorrido en el dirt jump, una de las especialidades que se practican dentro del MTB, una disciplina extrema en el que se combina la velocidad, habilidad, trucos y sobre todo adrenalina. Por aquellos día el único espacio que había en la ciudad era un improvisado terreno convertido en pista en Los Balsos, cedida en préstamo por sus propietarios, y que varios jóvenes acondicionaron con morros para volar y hacer piruetas.

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DISTRITO 26, EL DIRT JUMP

Entre esos que apenas empezaban esta aventura extrema estaba Jacobo Ghendler Ramírez, otro más de los apasionados que se dejaron flechar por las bielas y las dos llantas. Una tarde de 2013 fue con sus amigos a practicar en esta extinta pista, pero los trucos quedaron reducidos a hospitales, inconsciencia por una contusión grave en la cabeza y una fisura en el omoplato.

“Lo que me cuentan es que salté y no caí bien. La cabeza se fue de frente contra el piso y ya. No recuerdo nada de lo que hice ese día ni de cómo llegue al hospital y mucho menos cómo salí caminando”, narra mientras se acomoda el uniforme con el que entrena.

Fueron casi dos años lejos de su hobby favorito. Vendió la primera bicicleta, una GW Dirt Trail que su padre Juan le había regalado, y lo hizo para olvidar aquel penoso momento, aunque la afición por esta disciplina lo hizo incumplir las recomendaciones médicas por la gravedad de la lesión en su cabeza.

Ha pasado un par de años desde ese accidente. Ya Jacobo vive en el corregimiento de San Antonio de Pereira en Rionegro y viene a entrenar cada ocho días. Ya no a la pista de Los Balsos, sino a Distrito 26, un espacio campestre en la Loma de El Escobero en Envigado, donde algunos gomosos por estas disciplinas se abrieron espacio en una sociedad excluyente para este tipo de deportes.

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Allí pasa un par de horas el estudiante de décimo grado de colegio. Entre giros 360, vuelos, maniobras en el aire, rampas y saltos sobre morros de tierra, Jacobo aprovecha para librarse de las cargas diarias. “Mi propósito no es llegar a competir de manera profesional como lo hacen otros, lo que me gusta a mí es competir conmigo. Superarme”, comenta.

El joven reconoce que esta práctica deportiva es costosa. Puestos, trae implementos que pueden rodear los cinco millones de pesos y eso sin contar con el mantenimiento al elemento principal: la bicicleta. Mientras se desliza por los senderos y mientras toma impulso, Jacobo siempre es calculador con sus movimientos, sabe que una maniobra mal hecha puede significar una costilla rota o un raspón. No obstante, las caídas hacen parte del día a día de los practicantes de dirt jump, four cross o downhill, tres disciplinas parecidas, pero con objetivos diferentes dentro de los deportes extremos del MTB.

DISTRITO 26, EL DIRT JUMP

Distrito 26 al extremo

Una de las únicas pistas de four cross que hay en el país está en Envigado. Allá bien arriba, donde el verde de los árboles y las montañas se combina con la neblina y el amarillo de la tierra, está Distrito 26 Bike Park, el sueño de Juan Pablo Restrepo y Alejandra Rivas, dos amantes de los deportes extremos que ante la falta de escenarios para estas prácticas emprendieron un proyecto empresarial de construir lo que los gobiernos no han podido hacer.

David Cuartas es uno de sus aliados en este sueño. Desde hace 3 años existe este espacio en el que se puede realizar four cross, una disciplina que combina BMX y descenso. Hasta allí llegan aficionados de diferentes partes de la ciudad, inclusive del país, a entrenar o las competencias que se realizan periódicamente.


“Acá todo toca hacerlo con capital privado. Nos hemos acercado a los gobiernos locales, pero entre un enredo y otro que ponen, mejor desistimos. El mantenimiento y las competencias implican muchos gastos y nos toca buscar el sector privado”, explica Cuartas.

Para solventar estos gastos, los administradores de Distrito 26 optaron por montar su propia escuela, en la que dos experimentados profesores enseñan a niños, jóvenes y adultos, los mejores consejos para ser un “teso” encima de la bicicleta. Por lo pronto, los sueños de estos deportistas extremos vuelan tan alto como sus maniobras en el aire.

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