El sentimiento natural de los padres es querer ayudar a su hijo a evitar errores; pero, aunque se nieguen a creerlo, le hace un mayor favor a largo plazo si le permiten equivocarse de vez en cuando (¡ojo!, también para los que corrigen las tareas). De este modo podrá reconocer lo que conlleva un comportamiento inapropiado y probablemente no vuelva a cometer los mismos errores. Claro, si el niño no aprende de las consecuencias naturales, los padres deben fijar su propia tabla de consecuencias para ayudarle a modificar su comportamiento de un modo más efectivo.