Este border collie tiene la destreza y la habilidad como pocos en su especie. Ha clasificado cuatro veces a eventos mundiales de disc dog . Pero su historia no ha sido sencilla.
“Dice mi mamá Jessica que cuando llegué a la casa todo me daba miedo. Claro, ella luego supo que cuando me llamaban con un grito, me recordaban los maltratos recibidos antes de que ella y mi papá César me acogieran. Por eso rehuía a sus abrazos.
Hoy no puedo vivir sin ellos. Hace tres años que me brindan mucho amor y hasta hemos hecho un gran equipo: gracias a su apoyo puedo decir que soy un duro en el disc dog, un deporte que se juega con un disco -que tiene dos versiones: liviano y pesado- en modalidades como distancia extrema y freestyle.
Llegué a este deporte porque mis papás, tal y como se los advirtió mi anterior dueña, buscaron una forma de que yo quemara energías. La verdad es que era algo inquieto; mi mamá dice que mucho.
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Comencé a practicarlo en el parque biblioteca de Guayabal y al mes ya estuve en mi primera competencia de disc dog. Fue en Tunja, no gané, pero la pasé súper.
Seguí practicando, ahora con algo más de seriedad. Jessica y César se emocionaron tanto que crearon un club de amigos, que con el tiempo se fue convirtiendo en un club deportivo.
Todo parece muy lindo, pero no fue tan fácil. Me costó familiarizarme con mis papás, cuando alguno de los dos me ofrecía el disco salía corriendo tras él, pero al tener que saltar sobre la espalda de ellos, me frenaba. Me daba miedo. Tampoco me gustaba que me tocaran. Solo saltaba si me daban la espalda. No me gustaba que me miraran.
Bueno, pero todo cambió al cabo de unos seis meses, aunque a veces me daba mucha pereza practicar. Lo reconozco. Cogía el disco y me encerraba en el guacal, ¡y de allá nadie me sacaba!
Con mis papás comenzamos a entrenar dos o tres veces por semana y en casa realizamos ejercicios diarios en equipo. Los domingos, el mejor plan es ir a un parque y correr tras un disco. Eso me ha dado mayor agilidad.
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Mi más grande orgullo ha sido haber obtenido cuatro clasificaciones a eventos mundiales de diferentes organizaciones del mundo de disc dog. No he asistido por distintas situaciones, además que es algo costoso y como no hay una federación nacional que reciba recursos, conseguir apoyo es difícil.
Pero eso poco me importa, yo soy feliz y me divierto haciendo lo que me gusta, y lo mejor es que lo puedo hacer junto a mis papás, que gozan parejo conmigo. Para ellos, este también es su deporte”.
Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]