“Mis antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo”, avisó con sorpresa el Chapulín Colorado, a quien protegía en ese momento. Se entendía, por esto, que estaba próximo el peligro, que prontamente la casa donde se encontraban iba a ser vulnerada. De ahí, se desprendían varias acciones que divertían a grandes y a chicos; con las que, “sin querer queriendo”, siempre triunfaba el superheroe de vestido rojo y corazón amarillo en su pecho.
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Chapulín nos regaló tantas historias que, a duras penas, recordamos; pero, que siempre nos llevan de regreso a otra época. Una época de familia, de un solo televisor, un solo control remoto (cuando por fin lo hubo). Época en la que pasaba de todo,pero la invasión a casas con intención de robo no era común. Existía siempre esa sensación de seguridad, bastaba con el celador de cuadra con su pito destemplado que pasaba y asustaba, además de mi, espero que algún ladrón infraganti.
Sin embargo, los tiempos fueron otros, la ciudad se fue poblando cada vez más; fenómeno tras fenómeno, desplazamientos, milicia urbana, bandas criminales, falta de oportunidades, desempleo, entre tantos otros, hicieron que poco a poco se fuese desvaneciendo esa sensación de seguridad. La necesidad y la plata fácil lograron transformar el status quo, y aparecieron las verdades; pues, al final, sí se metían a los apartamentos. “A Chava, la de la gimnasia, se le metieron anoche”, contaba alguna vez mi mamá. Meses siguientes, a nosotros nos pasó. Un sábado en la noche, poco después de que Colombia quedara campeón de América, en la finca de una prima, varios tipos armados nos encerraron a los siete que estábamos ahí, se llevaron plata, joyas, electrodomésticos, un carro y el que ajustaría ser el tercer reloj que me robaron en la adolescencia.
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Hoy podemos decir que la sensación de seguridad es más alta. Me encantaría narrar que el crimen cesó, por cierre de brechas, por mayor equidad y prosperidad para todos. Aún con la esperanza, pero lejos de esa realidad, nos acompaña una mejor tecnología de seguridad en los hogares para aumentar la prevención, reacción y mitigación de imprevistos. La mejora en la AI para el reconocimiento de imágenes, además de la AI encargada del análisis preventivo en función de los riesgos de manera contextual, como ejemplo, identificación de coches que circundan de manera reiterada, personas que pasan varias veces en diferentes momentos y que miran hacia la casa, generan alertas y suben el nivel de vigilancia.
Algunas startups, como Deep Sentinel, por ejemplo, a lo anterior le suman un centro de control y vigilancia humano que se activa tan pronto una situación, potencialmente peligrosa, empieza a ocurrir, poniendo al frente personal entrenado y calificado para tomar decisiones de manera inmediata. Está también Sunflower Labs, que además de las cámaras con detección y análisis preventivo, suma un dron de vigilancia, que según la alerta, inicia el vuelo para hacer una transmisión en vivo con las autoridades para tener mejor perspectiva y seguimiento a intrusos. Otros sistemas reactivos que pueden integrarse son Bowler Wrap que lanza una cuerda inmovilizadora, o PepperAlarm que los sensores traen gas pimienta incorporado, y que lo liberan bajo activación a distancia.
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No me termina de sorprender la capacidad de todo nuevo sistema, sin embargo tampoco me deja de sorprender la capacidad de la delincuencia, que también avanza conforme la AI se desarrolla, es una carrera cabeza a cabeza donde las narices lo definen todo. Al margen de la competencia, nos queda nuestro papel, el seguir usando nuestras antenitas de vinil para detectar la presencia del enemigo, siendo precavidos, astutos, cuidadosos, seguir usando nuestra mente. La seguridad empieza por nosotros. Así evitamos tener que preguntarnos:
¿Y ahora, quién podrá defendernos?