Para nadie es un secreto que este es un año retador desde lo político, social y económico; traducido en disminución del poder adquisitivo, disminución de la inversión y poco crecimiento económico. Esto ha generado un sentimiento de incertidumbre en parte del empresariado, y se refleja en cierto temor y cautela a la hora de tomar decisiones de contratación.
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Uno de los más afectados es el ecosistema de innovación y emprendimiento, en términos de menos posiciones laborales e inversión, disminución de salarios y prioridad de estos temas en las organizaciones. Todo por “cuidar caja”. Y, en consecuencia, se origina una fuga de talentos a otras áreas o la opción del trabajo remoto. Pero, a la vez, somos llamados desde el ecosistema a liderar el optimismo, y algo positivo es que grandes talentos se “desprivatizen” y hagan parte del sector público, de emprendimientos o que compartan su experiencia con el ecosistema a través de la consultoría.
Hace poco leí un post de mi amigo Juan Camilo Laverde titulado: “Estar desempleado, no es lo mismo que no tener nada que hacer”, y no puedo estar más de acuerdo. Especialmente, los que hacemos parte del ecosistema, debemos dar ejemplo y reinventarnos.
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Les comparto algunas cosas que me han “funcionado” en mi proceso de transición. Y, lo enmarco entre comillas, porque aunque aún no he conseguido un empleo formal, pero he sobrevivido, aprendido y disfrutado el camino… nunca había estado tan ocupado.
- “Estudiar no lo que toca, si no lo que te gusta”. No hay presión, ni obligación, el ritmo lo pones tú. En estos meses, he realizado varios cursos que han expandido mi mente, y llenado el espíritu: liderazgo de alto desempeño con blum, certificaciones para acceder al mundo TI con Tribbo y certificados en Gen AI con LinkedIn Learning.
- Atender la salud. Especialmente la salud mental, ya que el exigente ritmo de un emprendimiento o de un área de innovación nos lleva posponer estos temas y cómo en los aviones… primero debes cuidarte tú, para luego poder estar bien para los demás. Ir a terapia, cumplir con exámenes y citas, meditar y hacer deporte… todo lo que sirva.
- Conversar. Como líderes del ecosistema, somos un producto (sin terminar) o servicio para empresas, universidades, emprendimientos y otras entidades. Pero, para generar valor, debemos identificar qué problemas valen la pena resolver y hacernos visibles (marca personal). Conversen, aprendan y sean propositivos para crear las oportunidades que hoy escasean a simple vista.
- Darte tiempo. Tan simple como suena. Ver el partido que antes no podías, leer el libro que tienes apilado, ir a los eventos que siempre cancelabas por falta de agenda, dormir mejor, dedicar más tiempo a los que quieres. No estás desperdiciando el tiempo, lo estás invirtiendo en tí.
- Servir. Lo más difícil de estar desempleado no es la falta de salario, si no que dejes entrar al “impostor” a decirte que no sirves para nada. Y, eso solo depende de tí, y las acciones mencionadas ayudan a evitarlo. Dona e invierte tu tiempo en tu familia y el ecosistema. Hay más personas que te necesitan de lo que crees, pero debemos romper el imaginario de ellos de “no merezco su tiempo, está ocupado buscando trabajo”, y el nuestro de “debo enfocarme en generar ingresos”.
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En mi caso, servir es lo que me permite acostarme satisfecho y con una sonrisa en la cara. Perdamos el miedo a tener tiempo y a invertirlo desinteresadamente, es la mejor forma de descubrir con qué es lo que realmente vibras y cuál es tu propuesta de valor al ecosistema.