Desapariciones

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La palabra desaparecido se ha convertido en la explicación de lo inexplicable
Cuando las mujeres no son el objeto directo de secuestros y desapariciones, son ellas –madres, esposas e hijas de los desaparecidos– las que se enfrentan a las dificultades sociales y económicas: dedicarse a reconstruir su vida, a cuidar de su familia y a padecer el trauma emocional de haber perdido un ser querido, todo dentro de un limbo paralizante de incertidumbre sobre el paradero de esa persona. Para ellas, la palabra desaparecido se ha convertido en la explicación de lo inexplicable.

Este es el drama para las familias de los más de 61,604 casos de desapariciones forzadas en Colombia, según Amnistía Internacional, durante más de 50 años de conflicto interno. Eso equivale al Estadio Atanasio Giradot lleno de personas, una vez y medio. La cifra es más difícil de digerir cuando se miran los números de las conocidas dictaduras de Pinochet en Chile o de Videla en Argentina, que si bien no duraron tantos años como ha durado nuestra tragedia, impactan con sus 3.065 y 30.000 víctimas que respectivamente agregan al conteo mundial de desaparecidos. 

Medellín sigue sumando a las cifras, pero el informe Medellín Cómo Vamos 2014 asegura que los índices han mejorado. “La Alcaldía de Medellín no reporta casos de desaparición forzada sino de tres tipologías de desaparición”, explica el texto y enumera los siguientes tipos: 1. Continúa desaparecido. 2. Apareció vivo. 3. Apareció muerto. En 2014 se registraron en la ciudad 651 casos de desapariciones, de los cuales 453 resultaron en que la persona apareció viva, 24 personas aparecieron muertas y 174 siguen desaparecidas. En 2013 las mismas tres tipologías se registraron así: de 658 casos, 400 personas aparecieron vivas, 36 personas aparecieron muertas y 222 siguieron desaparecidas. Según el informe, “el contraste de las series de homicidios y de continúa desaparecido no sustenta la afirmación de que conforme bajan los homicidios crecen las desapariciones forzadas (…) de hecho, a partir de 2012 se puede observar un descenso importante en la serie de continúa desaparecido”. Sin embargo, esos datos no son consuelo para un pasado tan fuerte como el de esta ciudad, pasado que aún no nos acercamos a comprender completamente. La próxima semana, por ejemplo, entre el 27 y el 29 de julio, a raíz de los testimonios de exparamilitares, arrancarán las labores de exhumación en La Escombrera (La Arenera), en la comuna 13, considerada como la fosa común en zona urbana más grande del país.

Esas noticias, esos hechos, esas cifras, esas caras de los desaparecidos, esas mujeres detrás de las fotografías, poco resuenan en la comuna 14. En el sector más privilegiado de Medellín se acostumbra la suma discreción ante la noticia de un secuestro, y una mínima expresión de compasión ante el reporte de desaparecidos en otros barrios. Pareciera que no hiciéramos parte de ese dolor, que la empatía no residiera en nuestros espacios.

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Por eso resaltamos una buena oportunidad que surge en nuestra comuna para acercarse a las víctimas de estos crímenes, a través de la exposición Des Apariciones, de la fotógrafa Natalia Botero, en la Casa Teatro El Poblado. Allí también se realizarán los próximos talleres de memoria, el próximo 28 de julio y 25 de agosto. En ellos se producirán páginas colectivas de álbumes familiares que servirán como herramientas de sensibilización para todos los asistentes. Después de estar en la Casa Teatro El Poblado, la muestra irá al Salón de Nunca Más, en el municipio antioqueño de Granada, así como al stand que tendrá el Centro Nacional de Memoria Histórica, durante la Fiesta del Libro y la Cultura, en el mes de septiembre.

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