De uno a diez, ¿cuál es su nota como buen vecino?

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De cuadra en cuadra se construyen ciudadanía, buenas relaciones, desarrollo, sentido de pertenencia, seguridad y, pensando en grande y en plazos mayores, paz
Con ocasión del premio que otorgará este año la Alcaldía de Medellín a los Súper Vecinos 2015 (en realidad, Supervecinos 2015, según la Real Academia Española), bien vale hacernos todos la pregunta. En el edificio, en la urbanización, en el mall comercial o en el industrial, en la gran superficie, en el locker del gimnasio y hasta en el semáforo: ¿qué tan buenos vecinos somos?, ¿con cuánto nos calificarían y nos calificaríamos? 
El premio convocó a la ciudadanía a que postulara a gente que trabaja silenciosa y desinteresadamente por los demás y que promueva la convivencia, y al final del proceso habrá reconocimientos para quienes aporten valor en los espacios públicos, el manejo de mascotas, el desarrollo local, en el comercio y el sector educativo y quienes rechacen cualquier forma de violencia, eviten los chismes y se cuiden de hacer ruidos molestos.
¿Postuló a alguien? ¿Postularía sus propios actos de carácter privado con efectos públicos?

Sobre ser buen vecino hay un espectro de posibilidades: para la Policía, un buen vecino es quien apoya en prevención, en denuncia y hasta en vigilancia, por ejemplo en épocas de vacaciones. Ver y reportar a la autoridad. Para un residente un buen vecino es aquel que hace fiestas hasta horas “decentes”, contando con el reto de definir de manera objetiva cuál es una buena hora para terminar una parranda en un edificio. O el que las celebra sólo los fines de semana. O el que no las celebra. También se dirá que es quien paga cumplido las cuotas de administración. O asiste a las asambleas, aun más, se suma al consejo de administración. O todas las anteriores.

Un buen vecino también es el que barre el andén y el antejardín de la fachada, pero no descarga su recolección de basura en el andén del vecino. Es el que llena, sube y vuelve a bajar y deja en su sitio el carrito del mercado, y no dentro del ascensor bajo cualquier pretexto, tipo cansancio, afán u olvido.

De uno a diez, ¿cuánto va sacando en calificación? ¿Iza la bandera en días festivos?, ¿consigna ideas más que quejas en el libro de la portería?, ¿le da buen trato al personal de servicios colectivos?, ¿baja a tiempo a su hijo al transporte escolar y evita el pito torturador de las 5 de la mañana de un conductor afanado?, ¿deja la parrilla del club house tan limpia como la encontró? Y puede haber más y más preguntas, como las que hace el premio que otorgará la Alcaldía: ¿chismes?, ¿peleas?

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¿Qué dicen en su barrio y en las vías arterias del entorno sobre el colegio en el que trabaja? ¿Y su negocio, tienda, almacén, mini o supermercado? ¿Le pondrían de nota un 1.0 o un 9.5 –no en ventas ni cartera sino en convivencia–?

La Alcaldía, al margen de los premios, y de un uso inadecuado del prefijo super, hace bien en sacar a la luz el tema cuadra por cuadra sobre la convivencia de calidad y en generar y resaltar modelos. Porque de cuadra en cuadra se construyen ciudadanía, buenas relaciones, desarrollo, sentido de pertenencia, seguridad y, pensando en grande y en plazos mayores, paz.

Calificar a un buen vecino puede ser un reto de subjetividad, no obstante hay dos vías que unifican criterios: el manual que reposa en la portería, en teoría construido por todos, y los 10 principios del Manual de Convivencia Ciudadana de Medellín.

No los ha leído. Y en las preguntas arriba planteadas se rajó en un montón. No se descalifique: siempre será un buen momento para comenzar a comportarse como buen vecino y generar convivencia de calidad.

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