De los mismos creadores de Parques del Río

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El “detrás de cámaras” del diseño arquitectónico del significativo proyecto para Medellín, encomendado a Latitud Taller de Arquitectura y Ciudad

Por Fernando Cadavid

El lugar donde se fraguó el gigantesco proyecto Parques del Río es un microcosmos que encierra el espíritu de esta iniciativa: un pequeño oasis verde constituido por una casona de un nivel, y un jardincillo, asfixiados por monumentales torres de apartamentos, en el barrio Santa María de los Ángeles, en El Poblado.

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El equipo de Latitud
El equipo de Latitud Taller de Arquitectura y Ciudad, que crearon Sebastián Monsalve y Juan David Hoyos, con David Mesa, María Camila Henao y Andrés Velásquez

Ámbito de unos 300 m2 de lo que fue una casa de familia, hoy sede del equipo de creativos. Muebles escasos para dar espacio a escritorios que soportan pantallas de computador. Por cuadros decorativos, gigantescos pliegos con planos de la obsesión que los congrega: el río Medellín y sus alrededores, como quien dice, media ciudad.En el remedo de jardín plantaron su idea de lo que sueñan con el proyecto: que el verde domine, el espacio se desparrame y la fauna recupere sus dominios.

Diana Herrera, con maestría en urbanismo regional

La cosa empezó con una chucha. El repugnante marsupial –para muchos– se les apareció de pronto, como insólita advertencia vital en ese laberinto de ladrillo y de vehículos. ¿Qué hacer? Primó, como en todas las decisiones que el colectivo adopta, el sentido de protección. Y la zarigüeya, descarada ella, se apareció más tarde con toda su parentela y se apropió del lugar. Detrás vinieron pájaros de variadas especies, ardillas y hasta una gallina les cayó, como del cielo. Con el cuento de la chucha “empezamos a averiguar, a entender que son una nota para el ecosistema, que mantienen el equilibrio; entonces empezamos a alimentarlas y nos ayudaron a mantener el pequeño jardín en equilibrio con los otros animales y con las plantas”, recuerda una nostálgica Diana Herrera, otrora arquitecta coordinadora de Latitud.

La acogida a los animales y la siembra y cuidado de arbustos y jardines, son trasunto de la pasión que los mueve: recuperar el río y devolverlo, vital, para el uso y disfrute de la ciudad, con respeto por la flora, la fauna, los cerros vecinos y las quebradas que lo engordan. Éstas, miradas como vehículos para llevar la transformación ecológica y humana hasta las comunas. Tan acendrado el espíritu ecológico en ese ámbito, que a Juan Pablo Martínez (con maestría en paisajismo) lo pusieron “Epifitas”, alusión a plantas que viven del aire. También la chucha recibió bautizo: “Zurriaga”. Eran tiempos electorales.

Sebastián Monsalve
Sebastián Monsalve avanza en una maestría en arquitectura

Protagonistas de película

De niño, Sebastián Monsalve se divertía armando construcciones con fichas tipo lego. Sin graduarse como arquitecto ya ganaba concursos internacionales. La lista no se queda corta: dos años antes de salir de la Universidad Nacional desarrolló el complejo acuático para los Juegos Suramericanos. Participó en muchos concursos, trabajó en una empresa que se le apuntó a por lo menos 18: se ganaron tres y quedaron de segundos en otros tantos. Cuando cursaba sexto semestre le encomendaron la renovación del patio central del bloque 46 de la Nacional. Conjunto de retos acabados como si fueran un juego de armatodo.

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Con su liderazgo y el de su compañero de set, el también arquitecto Juan David Hoyos, lideraron el equipo de profesionales que presentó la propuesta “Parque Botánico Río Medellín”, ganadora del concurso público internacional para el anteproyecto urbanístico, paisajístico y arquitectónico para los diseños del Parque del Río Medellín. ¿Por qué “Botánico”? Sebastián se atropella en términos que delatan su entusiasmo: “Porque con ese nombre encontrás una relación ecológica ambiental contundente”, para añadir que el jurado también se interesó en “la sencillez y la tranquilidad con que el proyecto abordó la ciudad”.

El argumento de Monsalve y Hoyos es verde intenso: en la actualidad la vegetación del Valle de Aburrá se encuentra desarticulada de la red de espacios públicos, y contenida en franjas de ciudad inconexas para el ciudadano de a pie, como el Jardín Botánico, los cerros tutelares, las quebradas sin senderos peatonales, las grandes universidades, etcétera.

Render. Pérgola
Render. Pérgola

En su momento, uno de los jurados –Luis Fernando Arbeláez– manifestó que la propuesta de Latitud era “muestra de un nivel técnico y creativo importante que hace mérito a Medellín como ciudad innovadora. Estoy seguro de que esos muchachos van a hacer un proyecto interesante e importante”.

Juan David y Sebastián lideran un equipo de arquitectos en el que el más viejo tiene 35 años. Con un común denominador: desde pequeños cogieron el vicio de soyarse la ciudad, de caminarla, de tirarse en las mangas con la intención de fundirse con la naturaleza. “Somos una generación que cree mucho en el espacio público”, pregonan.

Diana evoca que en la casa-estudio “no se sabía si era domingo; la época del mundial (de fútbol) era una delicia”. Fue antes de la licitación, tiempo sinónimo de carreras y sobresaltos. Las pausas tenían que coincidir con el partido de fútbol de sus preferencias, feliz ocasión para bajar el estrés de dos o cuatro días de trasnocho. “Me llegué a preocupar pensando ‘si Colombia gana se cae el cronograma y hasta la licitación, porque a estos chicos no los va a sentar nadie a dibujar’”, recuerda.

 Isométrico (representación tridimensional de un espacio) de la etapa 1, tramos A y B. Cortesía del Colectivo Latitud
Isométrico (representación tridimensional de un espacio) de la etapa 1, tramos A y B. Cortesía del Colectivo Latitud

A la empresa la llamaron taller porque se comporta como una carpintería, “donde todos estamos cogidos de la mano, no nos interesa que alguien diga cómo se ejecuta, sino que escuchamos, aportamos ideas, valoramos, hacemos autocrítica y concertamos… trabajamos con pasión, todos para el mismo lado y eso permite que las cosas sean más fáciles”, dicen sus líderes.

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Además, supieron buscar asesorías con muy calificados profesionales (doce técnicos viales, forestales, hidráulicos) para algunas fases del proceso, porque eran ocho tramos, un millón y medio de metros cuadrados para intervenir. Pero todos fundidos en el ardor de entregarle a la ciudad una propuesta inédita.

“Me muero por hacer un Parque”

Antes de su papel estelar en Latitud, Diana Herrera (con maestría en urbanismo regional) se la jugó por una obsesión: diseñar un parque educativo.

Parte del grupo en su ejercicio de “entender las intervenciones como detonantes de un aprendizaje acerca de la naturaleza”
Parte del grupo en su ejercicio de “entender las intervenciones como detonantes de un aprendizaje acerca de la naturaleza”

El rollo cinematográfico fue así: Vigía del Fuerte no tenía una empresa que lo diseñara y construyera, debido a su aislamiento geográfico, a la carencia de materiales y a mil dificultades más. El reto lo asumió la Secretaría de Infraestructura, que conformó un grupo de arquitectos liderado por Diana.

Semanas antes, ella le lamentó a su jefe: “Yo me muero por hacer un parque educativo”. Por esa razón la hicieron responsable única del proyecto. La joven rememora dificultades: “Si en Medellín se queda tornillo, allá no se consigue. Si el río va crecido, es un problema. Si está bajito, no se puede cargar demasiado el barco. Si llevaban cal para la pista, había que hacerse acompañar por los militares, porque se la robaban. Fue un proyecto desarrollado con todas las dificultades, porque allá no se puede llevar cualquier material y había que buscar que sus pobladores fueran capaces de mantener la edificación: allá no hay agua, no hay luz.

Pero llegaron las recompensas, en forma de premios y distinciones para ese Parque Educativo: ganador en la categoría Proyecto Arquitectónico del premio nacional de la Bienal de Arquitectura 2014. Además, galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura. Recibió mención de honor en la XIX Bienal Panamericana de Quito, al igual que el Premio Lápiz de Acero en categoría arquitectura.

 

Próximo estreno

Están listos los diseños arquitectónicos del tramo 1 B (costado oriental del río, al frente del trayecto que hoy está en construcción). Andrés Cano, director financiero del proyecto, anuncia que se afinan detalles y presupuesto, para salir muy pronto a licitación. El proceso lo lidera la empresa Confirma. También revela que se espera que para finales de agosto quede definido si se conforma o no la sociedad MEI: Municipio de Medellín, Empresas Públicas de Medellín e Interconexión Eléctrica S. A. ISA, para liderar la iniciativa en su totalidad.

También está lista la propuesta, muy a nivel de detalle en diseño y arquitectónico, de una fase más del proyecto, la que va del puente Horacio Toro al puente del Mico. Es decir, a la vera de la ciudadela de la Universidad de Antioquia.

Latitud Taller trabaja en un planteamiento muy general del diseño arquitectónico del Gran Proyecto Urbano (que abarca tres macroproyectos: tramo central, norte y sur). Se trata de un proyecto de 28 kilómetros a lo largo del río, que intervendrá un total de 423 hectáreas. El tramo norte va entre la quebrada La Madera y los talleres del Metro en Bello; el central se ubica entre la confluencia de la quebrada Zúñiga y el río y la mencionada quebrada La Madera (la jurisdicción de Medellín); y el tramo sur, que continúa hasta el enlace de la variante de Caldas en Ancón Sur.

Estos diseños quedarán disponibles para cuando la Administración Municipal decida ejecutarlos. La idea es entregar todo el río diseñado, estableciendo, por ejemplo, dónde se requieren parques, dónde cruces peatonales o conexiones con el metro, siempre de la mano de los ingenieros adscritos al proyecto.

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