El término, derivado del “not in my back yard”, “no en mi patio”, se popularizó en los 80 y califica a ciudadanos que preocupados por presuntos o posibles daños o perjuicios económicos a su propiedad o por riesgos medioambientales dicen “fuera de aquí”.
Carvalho abre el tema por lo vivido en Parques del Río, pero esta ciudad ya tiene su cola en los “fuera de aquí”: la ampliación de la 34, obra clave de la Valorización, el metroplús de Envigado y, una década atrás, el proyecto de teatro de la Filarmónica entre Los Balsos y Los González, rechazado por “ruido, parqueo, vendedores de chicles y ladrones”.
Al nimby poco se le escapa: ni una transversal entre la Inferior y la 43A, en El Poblado, donde la ciudadanía pide más vías; ni un sistema de transporte masivo, que descargaría de buses la 43A; ni un proyecto de música de alta factura. Por vías similares se truncó la Obra 500.
Por supuesto, y en especial en los proyectos públicos y los manejos habituales del Municipio, las obras no suelen ser un modelo de eficiencia, calidad o rigor, pero el estilo nimby va a extremos.
Ve en equipamientos, infraestructuras o servicios, factores de incomodidad, peligro o desagrado, sin medir el efecto general, por ejemplo congestionar el sistema judicial y llevar obras públicas casi terminadas a una marea de despachos, funcionarios y escritorios; un nimby dice no, “aquí no”, y no ofrece soluciones; o, así como dice no, también quiere decidir el dónde sí, sin bases financieras, técnicas o catastrales. Para sumar, encuentra como aliados a abogados que traducen las acciones populares en oportunidad de negocio. Viven de eso.
Al decir “aquí no” y apoyados por el sistema toman volumen, cuando en realidad son voces, valiosas, necesarias, pero al fin y al cabo voces que no hallan contrapeso en ciudadanos que entienden el valor de los proyectos sin prejuicios y no se animan a expresar “sí, aquí sí”.
En cada nimby, explicable en el miedo de unos pocos al cambio y el anhelo de perpetuar paisajes y una presunta comodidad, no están bien medidos los intereses particular y general frente al desarrollo de una ciudad. Entretanto, ¿tiene peso la voz de los yimbi, los que dicen “yes in my back yard”? ¿Se quieren hacer escuchar y alguien los quiere escuchar?