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Por: Juan Carlos Vélez Uribe | ||
Medellín en el último año ha venido padeciendo una ola de violencia sin precedentes recientes. Son numerosos los muertos que esta oleada ha venido dejando, sobre todo muchos son los jóvenes que hoy hacen parte de estas absurdas cifras de la muerte. ¿Qué está pasando? A mi modo de ver, este crecimiento de delitos como el homicidio en la ciudad, está altamente relacionado con los efectos que continúa generando el negocio del narcotráfico tanto en Medellín, como en el departamento. El consumo de drogas por parte de los jóvenes de la ciudad ha venido presentando un crecimiento significativo desde que las autoridades han mostrado su impotencia para combatir ese delito. El hecho de que en nuestro país el porte y consumo de estupefacientes en sitios públicos no pueda ser sancionado, ha permitido que un sinnúmero de expendedores callejeros, comúnmente denominados “jíbaros”, se haya escudado en la laxitud de nuestra normatividad para incrementar la distribución y venta de narcóticos. Ello soportado en centros de acopio de estas sustancias que pululan por todo Medellín, conocidos como las “Casas de Vicio” y que apenas ahora, después de muchos años, se han iniciado algunos procesos de extinción de dominio de estos bienes. El control de los “territorios” para el expendio de drogas y su consecuente “impuesto de seguridad” derivado de este control, es lo que genera las disputas entre los diferentes combos y bandas criminales con asiento en Medellín. Y como consecuencia de ello, es la estela de sangre que continúa derramándose, sobre todo en sus barrios más pobres. Esa es parte de la realidad de esta absurda violencia que tan duro nos pega. Que el hecho de que “Don Berna” haya sido extraditado sea la razón de esta masacre de jóvenes que vivimos día a día en la ciudad, no es del todo cierto. Sigo insistiendo, la droga del Norte y Nordeste del departamento que inunda nuestras calles, que es almacenada en las “Casas de Vicio” y vendida por miles de expendedores en todos los sectores de la ciudad, es la verdadera y para mí, principal razón de esta violencia. Algunos agregarán que es el alto índice de desempleo y pueden tener razón también, pero el paro laboral de miles de jóvenes es lo que los conduce a convertirse en consumidores o expendedores de estupefacientes e integrantes de las bandas y los combos. Para sacar a Medellín de este flagelo debemos hacer todos causa común. Esto no es sólo responsabilidad del señor Alcalde, que a mi modo de ver ha hecho todo lo que está a su alcance y mucho más. Es deber del Gobierno y del Congreso impulsar normas que le dé las herramientas legales a las autoridades para enfrentar el narcotráfico en todos sus niveles, especialmente el que tiene que ver con el porte y consumo de drogas en espacios públicos y la comercialización al detal de estupefacientes. También de la Policía Nacional, el cumplir su compromiso de aumentar el pie de fuerza para la ciudad en 1.200 unidades para el mes de noviembre, y es deber de la Alcaldía impulsar agresivas campañas entre los jóvenes para prevenir el consumo de drogas. Al sector privado, el de comprometerse con generar más empleo en Medellín y los demás municipios del Valle del Aburrá, buscando mayores oportunidades laborales, sobre todo para nuestros jóvenes. Y del Gobierno Nacional impulsar las políticas anti cíclicas en materia de empleo y educación que últimamente ha planteado. Si antes en Medellín salimos de situaciones más difíciles, estoy seguro que con el concurso de todos también saldremos de esta. Como lo aseveró nuestro Presidente Uribe, el compromiso es que Medellín debe estar preparada en todos los aspectos para recibir a los 5.000 visitantes que esperamos para Odesur en marzo del año entrante. | ||
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