La muerte de Adelaida Ayora, de 32 años, a manos de cuatro hombres que presuntamente ingresaron a su vivienda para robarle; el atraco en El Escobero, por delincuentes que cerraron el paso en la vía y atacaron a los ocupantes de unos 7 vehículos; los hurtos callejeros en Medellín a plena luz del día; incluso el crimen en Bogotá de Yuliana Andrea Samboní, de 7 años de edad, todo ocurrido en una semana, guardan en común no solo la conclusión de que los delincuentes están dispuestos a lo que sea, sino que entre la ciudadanía hay frustración e ira y que de nuevo despierta la idea de tomar justicia por propia mano.
Entre los ciudadanos hay quienes creen que el Estado debe permitirles hacerse a armas de fuego, para enfrentar a los bandidos, además de pedidos de pena de muerte.
A este escenario azaroso se suma la desconfianza en el sistema judicial. La firma Gallup reveló que 80% de los consultados tiene de este una opinión desfavorable. Para entender la magnitud de la cifra, la desfavorabilidad del Congreso es del 73% y la de las Farc del 85%.
Frustrados, iracundos, desconfiados, ciudadanos entonces hablan de tomar armas para emparejar cargas. Pero armas ya hay. Unas son amparadas por la autoridad –no hay cifras exactas y si las hubiera no las pueden revelar– y entre el lote de ilegales la Policía se ha incautado este año 573 piezas entre revólveres, pistolas, escopetas o carabinas. El año pasado cayeron 605. Y evidentemente la situación no es de tranquilidad.
¿El que quiere armas –el requisito inicial es ser mayor de 25 años y no tener antecedentes penales- manejará, en instantes de ofuscación, el control obligado? ¿Está capacitado para intervenir en una escena de crimen? ¿Una discusión de semáforo terminará en balacera y muerte?
Medellín, con 497 homicidios este año, y El Poblado, con un incremento en los hurtos del 112% y con 7 muertes violentas, no viven días tranquilos. Pero de armar a más ciudadanos no se puede esperar una condición superior de seguridad. Todo lo contrario. La autoridad y el sistema judicial son los organismos competentes, siguen en deuda, pero la situación no se salda al estilo del ojo por ojo.
Bien lo señalan estas dos reflexiones twitteras que leímos esta semana: “Si yo hubiera matado a cada persona que me ha atracado, tuviera en mi prontuario ya a 7 muertos” y “Cuando matemos a todos los ladrones y los violadores solo quedaremos los homicidas”.