Son varias las quejas que se han recibido en el periódico Vivir en El Poblado luego de la realización del evento de carácter privado denominado The Color Run, el domingo 1 de septiembre. Algunos habitantes de las urbanizaciones residenciales de El Poblado por donde pasó esta carrera, que sus organizadores denominan “los 5K más felices del planeta”, consideraron vulnerados sus derechos. Aunque The Color Run proponía “pintar tu vida de felicidad (…) usando más polvo de colores para crear felicidad y recuerdos duraderos…”, en los quejosos este propósito se logró a medias: sus casas y apartamentos sí quedaron pintados con recuerdos duraderos -las pinturas utilizadas por los participantes-, pero, como es apenas obvio, lejos de quedar felices siguen disgustados. “No le vengan a decir carrera, como si se tratara de una competencia deportiva, a este desorden callejero, a una rumba a plena luz del día, pues algunos hasta estaban ingiriendo licor”, decía uno de los residentes afectados, no solo por las pinturas, el ruido y la basura, sino por la imposibilidad de salir o ingresar a su casa. Otro insistía en que si bien estaba de acuerdo con que en la ciudad se realizara este clase de eventos, “el fin nunca justifica los medios y las comunidades no merecen ser perjudicadas por el abuso de poder y la falta de planeación de los dirigentes”.
No estamos en contra de carreras deportivas –o semideportivas como esta-; son celebraciones válidas y positivas, siempre y cuando los participantes sepan a qué atenerse cuando son convocados a ellas, se hagan en espacios que no afecten a otros ciudadanos y tengan durante su ejecución los debidos controles de parte de las autoridades para que no se vulneren derechos ajenos.
Es tiempo de planear mejor las cosas, pues ya están previstos otros dos The Color Run en Medellín: uno, el próximo domingo 29 de septiembre, y el otro, el domingo 1 de diciembre en la noche (The Color Run Night), con música, juegos pirotécnicos y polvos reflectivos. No queremos que por falta de previsión pase lo mismo que con la cabalgata de la Feria de las Flores, que durante años generó, Feria tras Feria, las mismas quejas sin que se hiciera nada por remediarlas: por el desorden que generaba en la ciudad, por como quedaban los sitios por donde pasaban los binomios, por los borrachos y el maltrato que recibían los pobres animales. Solo en las últimas dos versiones se tomaron medidas drásticas que parecen estar dando resultados. Al menos se modificó la ruta, se cambió el día y se establecieron controles más serios.