Recuerdo mucho un caso que atendí en mi consulta hace algunos años. Se trataba de un hombre de 33 años, con músculos bien definidos, buen peso, alimentación adecuada, rutina diaria de ejercicio y consumo regular de múltiples suplementos proteicos para aumentar su masa muscular, práctica que llevaba realizando desde hacía aproximadamente dos años.
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Este paciente acudió muy angustiado porque, tras realizarse un “análisis de órganos” en una entidad que ofrece este tipo de servicios, le informaron que su función renal estaba alterada. Le sugirieron confirmar el diagnóstico mediante un examen de sangre llamado creatinina para evaluar el estado real de sus riñones. Además, le recomendaron tomar varios medicamentos “naturales” para “limpiar” sus riñones, cuyo costo superaba los 500.000 pesos, los cuales podía adquirir directamente en el mismo lugar donde le habían realizado el mencionado análisis.
Durante la consulta le pregunté si, antes de hacerse el “análisis de órganos”, le habían preguntado si tomaba suplementos proteicos. Su respuesta fue afirmativa. Desde ese momento me quedó claro que su función renal podría presentar una alteración mínima, explicable por el consumo de suplementos y otras sustancias comúnmente utilizadas por personas que buscan aumentar su masa muscular. De hecho, existe una relación bien descrita entre el uso de estos productos y un leve aumento en los niveles de función renal. No era un hallazgo sobrenatural, sino algo ampliamente explicado por la ciencia médica.
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En efecto, su función renal estaba levemente elevada, lo cual no representaba ningún riesgo para su salud. Sin embargo, sí era necesario implementar algunas medidas para cuidar sus riñones. ¿Recuerdan que le habían sugerido medicamentos “naturales” de más de 500.000 pesos? Pues bien, el cuidado de sus riñones no tuvo ningún costo. Lo primero fue ajustar los suplementos proteicos a las necesidades reales de su cuerpo; lo segundo, aumentar la ingesta de agua; lo tercero, reducir el consumo de sal o sodio en la dieta; y, por último, realizar un seguimiento adecuado. Como resultado, su función renal mejoró… sin necesidad de gastar un solo peso en productos milagrosos.
Es altamente preocupante, y a la vez aterrador, cómo hemos convertido la salud en un negocio tan lucrativo. Cómo algunas personas, con poca ética, empatía y valor humano, son capaces de engañar a los más vulnerables aprovechándose de su desconocimiento, prometiendo curas milagrosas y tratamientos sin ninguna evidencia científica, basados en exámenes que carecen de toda credibilidad. Se aprovechan de ese estado de vulnerabilidad que representa estar enfermo y no encontrar respuestas, agravado por un sistema de salud con falencias, poco resolutivo y escasamente preventivo, que cada día hace que esta problemática crezca más, sin que nos demos cuenta.
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Desconfíe de los productos milagrosos. Desconfíe de los exámenes que prometen diagnósticos con solo un “escaneo”. No permita que jueguen con su salud ni con su bolsillo.