De ciudadanos a “cuidadanos”

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Las mayores causas de la crisis climática y de la pérdida de biodiversidad se concentran en nuestras ciudades: cambios en el uso del suelo, explotación de especie o contaminación.

Por: Santiago Mejía Dugand
Por: Santiago Mejía Dugand

Las ciudades no son el hábitat donde evolucionamos, pero se han convertido en el nuevo hábitat: más del 50% de los seres humanos vive en ciudades, con tendencia al aumento.

En Europa y las Américas, más del 70% somos citadinos. Algunos países de África y Asia aún son mayoritariamente rurales. China e India albergan casi el 40% de la población mundial (alrededor de 1.300 millones cada uno), pero están 59% y 34% urbanizados. ¿Qué pasará cuando lleguen a niveles como el colombiano, en donde el 80% vivimos en ciudades?

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Las ciudades, como configuración espacial y social, no son algo nuevo. Damasco, Jericó, Atenas y Jerusalén son ejemplos antiquísimos. Algunas fuentes estiman que Tenochtitlán, hoy México, tenía más de 100.000 habitantes a la llegada de los españoles, algo que pocas ciudades europeas tenían en la época.

Sin embargo, la velocidad y la forma en que se dio la urbanización a partir de la revolución industrial tomaron una nueva escala. La huella de las ciudades es cada vez mayor: consumimos más energía, traemos comida y materiales desde lugares más apartados, enterramos nuestra basura cada vez más lejos, bombeamos agua de fuentes más alejadas y viajamos más.

Las mayores causas de la crisis climática y de la pérdida de biodiversidad se concentran en nuestras ciudades: cambios en el uso del suelo, explotación excesiva de especies, contaminación e introducción de especies invasivas.

Debemos entender que cualquier impacto que causemos sobre la naturaleza se devuelve, en ambas direcciones. Si plantamos y cuidamos árboles, tendremos comida, sombra, aves, insectos y flores. Si cuidamos los páramos tendremos agua fresca y limpia para beber, cocinar y asearnos. Si cuidamos y respetamos las quebradas de la ciudad tendremos fauna para contemplar y lugares para descansar, tocar guitarra, comer con familiares.

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Un nuevo significado a nuestra existencia

Para enfrentar los retos que nos pone la crisis ambiental global debemos trabajar mancomunadamente y motivar y potencializar la cooperación y el trabajo articulado entre gobierno, ciudadanos, sector privado y academia. La Universidad Eafit, por ejemplo, hace parte de un proyecto internacional llamado Peak Urban (www.peak-urban.org), en el que un grupo multidisciplinario busca respuestas a algunas preguntas relacionadas con el futuro de las ciudades.

Sociólogos, geógrafos, matemáticos, arquitectos e ingenieros buscamos entender algunos de los problemas y explorar soluciones. Una de las características más importantes del proyecto es la comunicación constante con otros sectores y actores y los objetivos principales son influir sobre políticas públicas e impactar la vida en las ciudades. Una de nuestras principales fuentes de información son los mismos ciudadanos, su día a día y sus experiencias.

La concentración de la humanidad en las ciudades ha mejorado mucho su vida. ºTodavía debe mejorar más y las ciudades tienen la capacidad de facilitar este mejoramiento. Se requiere, sin embargo, el entendimiento de la dependencia inevitable del entorno natural y los servicios que nos ofrece.

Debemos entonces los humanos darle un nuevo significado a nuestra existencia en el nuevo hábitat que hemos creado y que no debería ser tan solo un artificio, un aparato gigante que recibe, pero no da. La naturaleza no es algo que está “afuera”, sino que hace parte de cada uno de nosotros y de lo que hemos construido. Sin nosotros, ella seguirá siendo. Sin ella, nosotros dejaremos de ser.

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