Les puedo asegurar, como que me llamo Elisa, que en una noche silenciosa, mientras me estaba quedando dormida, pude escuchar una conversación que estaba sosteniendo mi cerebro con mi intestino… y, desde que los escuché, toda mi vida cambió…
Lee todas las columnas de María Alejandra García Hernández –Maleja Letras– aquí.
–Últimamente, te he notado diferente… normalmente, cuando estás en tus mejores días, sientes ánimo por ir a trabajar, das lo mejor de ti, te mueves rápido y tu precisión para hacer las cosas es increíble. Pero, de un tiempo para acá, he visto que te mueves con mayor lentitud, con algo de pereza y tu humor definitivamente ha cambiado, incluso has llegado a estar explosivo.
–¡Mi querido y viejo amigo, cómo se nota que me conoces bien! No te puedo negar que ya no soy el mismo de antes, me siento más lento, más inflamado, incluso mi ánimo anda por el suelo…
–Definitivamente, todos aquí adentro hemos sentido ese cambio de humor, el otro día estuve hablando con el área creativa y ellos me comentaron lo mismo, ya no se sienten de humor para ingeniarse ideas nuevas, y los del área de la memoria a corto plazo olvidaron, por completo, lo que hablé ayer con ellos. Cada uno de nosotros se está sintiendo triste y, por eso, quería hablar contigo.
Lea más columnas de la sección Mujeres.
–Lamento mucho escuchar lo que me cuentas, no es mi intención hacerlos sentir de esta manera, pero creo que todo cambió cuando Elisa, nuestra humana, comenzó a alimentarse mal… Desde el primer instante en que esa comida chatarra tocó las profundidades de mi ser, los problemas comenzaron. Me fui volviendo más lento y perezoso, me sentía irritado y malgeniado todo el tiempo, con un temperamento explosivo y después, el dolor apareció.
–Así es, todos nosotros, los que estamos adentro de Elisa hemos sentido el cambio, no solamente eres tú, el problema se está esparciendo por todo el cuerpo.
–Te cuento que la microbiota que vive dentro de mí, me dio un ultimátum; me dijo que si Elisa seguía consumiendo esos ultraprocesados, comida rápida y otros productos de mala calidad, ellos entrarían en huelga, porque esas sustancias alteran la cantidad y calidad de bacterias y microorganismos “buenos” que habitan en mí. Y, si esto pasa, la calidad de todo mi trabajo, como la digestión, se va a ver alterado; además, sustancias como la serotonina, la cual es producida en mis instalaciones y se encarga de regular nuestro estado de ánimo y la calidad del sueño, la sensación de hambre y de llenura y muchas otras cosas más, van a tener dificultades en su producción…
Únase aquí a nuestro canal de WhatsApp y reciba toda la información de El Poblado y Medellín >>
–Eso me inquieta bastante, porque si hay dificultades para que la serotonina y otros neurotransmisores se produzcan adecuadamente en tus instalaciones, todos nosotros vamos a sentir depresión, ansiedad o falta de motivación, incluso puede que entremos en un estado de alerta azul, en el cual ya no le vamos a encontrar sentido ni a nuestra propia existencia…
–Creo que estamos al borde de llegar a ese estado. Por esto, es que debes hacer una alianza con el corazón, para que juntos, le susurren al oído a Elisa que necesitamos un cambio de vida: queremos movimiento, aire fresco, una alimentación de calidad y mucho amor.
Nosotros tenemos toda la maquinaria, solamente nos hacen falta materias primas de buena calidad y cariñito… dile a ella que nos ayude con este primer paso, que nosotros nos encargaremos del resto.