Contradicciones de ciudad que exigen unidad de criterio

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Por estos días, con anticipación y alguna posibilidad de planeación, sabremos si en septiembre Medellín vivirá otra contingencia ambiental. Al mismo tiempo, avanza una máquina taladora de árboles en varios frentes. ¿Podemos lograr una ciudad sostenible?

El modelo vial de la ciudad señala que es necesario, por las demandas del tráfico, ampliar la avenida 34 a doble calzada entre La Aguacatala y Las Palmas. En su paso por Provenza, el plan de obras marca el derribamiento de 133 individuos, entre árboles y ejemplares de tamaño menor.

Ese mismo proyecto, para conectar la nueva 34 con la avenida El Poblado en el sur, se tiene que abrir paso por la gruta de la Virgen y talar 36. Y en otro frente, en Los González con la Inferior, salieron 72.

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También es necesario darle paso al metroplús por la avenida El Poblado; en consecuencia hay que talar 133 árboles del túnel verde. En San Lucas, la Valorización plantea lo que los ingenieros denominan un “aprovechamiento forestal” de 306 individuos, 122 de ellos de talla superior. En la construcción de la prolongación de la Distribuidora se fueron 475 árboles, mientras Parques del Río, en Conquistadores, sacó de lugar 617.

La ciudad no puede detener su marcha en procura de ofrecer calidad de vida a sus habitantes. Pero no puede poner en riesgo sus recursos ni aplazar ni agotar el bienestar de la población futura.

Que en la región de los estados de prevención y de las contingencias por la calidad del aire no soltamos el hacha que recibimos por herencia, no hay duda.

Por supuesto, la ciudad no puede detener su marcha, además porque, en materia vial, hoy Medellín no está en modo progreso sino apenas en actualización de infraestructura. Esa marcha de ciudad implicó que en el último año, el Área Metropolitana autorizara la tala de 1.188 árboles para el desarrollo de obras inmobiliarias y de movilidad.

Este año, de las 209 talas solicitadas, ha aprobado 163 y exigido 666 reposiciones, además considerando que las zonas de obras también contienen individuos muertos o enfermos, que ya no ofrecen aporte ambiental.

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El tiempo y las condiciones de calidad de vida dirán si el modelo ambiental que nos rige es suficiente. El Área Metropolitana, por un frente, avanza en la meta de sembrar un millón de árboles, trazada en 2016, con 800 mil ya en tierra. Y por otro, en palabras de María del Pilar Restrepo, su subdirectora ambiental, es de las “más exigentes del país en el aprovechamiento forestal” y en exigencias de reposición. En la Regional, a manera de ejemplo, la compensación tiene que ser de 2.269 individuos.

¿Será suficiente en materia de sostenibilidad? No nos podemos dar el lujo de pasar raspando. Tiene que ser posible una región que ofrezca calidad de vida a sus habitantes, que se abastezca a sí misma sin poner en riesgo los recursos y que vele por el bienestar de la población futura. Es reto colectivo y no solo de las autoridades.

 

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