Cónclave, entre la herencia de Francisco y una Iglesia dividida: análisis

Este miércoles, 7 de mayo, comenzará en la Capilla Sixtina del Vaticano uno de los eventos más simbólicos y trascendentales de la Iglesia Católica, el cónclave. En esta ocasión, 135 cardenales dirimirán para elegir al sucesor de Francisco.

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Más que un ritual revestido de muchos protocolos y momentos, el cónclave es reflejo de tensiones internas, cambios geopolíticos y desafíos contemporáneos que marcarán el rumbo de la Iglesia en los próximos años.

La función geopolítica del Vaticano sigue siendo relevante, especialmente en contextos de guerra y crisis globales. El perfil del nuevo pontífice podría responder a la necesidad de equilibrio entre renovación y continuidad doctrinal.

El nuevo papa deberá posicionarse frente a temas clave como los derechos de las mujeres, diversidad sexual, abusos y transparencia financiera.

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Para Pedro Jurado Castaño, coordinador del programa de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Medellín, esta elección está mediada por dos circunstancias claves: la profunda división interna de la Iglesia y los retos globales del mundo contemporáneo.

“En el interior de la Iglesia conviven hoy tres grandes corrientes: una progresista, inspirada en la apertura y flexibilidad que promovió Francisco; una ortodoxa, más tradicional y dogmática; y un centro pragmático que intenta equilibrar ambas posturas sin apresurar transformaciones”, explicó Jurado.

Esta diversidad de enfoques se traducirá en una elección compleja, pues cada grupo buscará un liderazgo que represente sus prioridades. A eso se suma el contexto político internacional: “la Iglesia no solo debe posicionarse frente a temas como la guerra, el medioambiente, o las desigualdades sociales, sino también reflexionar sobre temas internos sensibles como los abusos, la inclusión de las mujeres, entre otros” comentó Jurado.

Entre los posibles sucesores de Francisco, el docente menciona dos figuras destacadas: Luis Antonio Tagle, cardenal filipino, cercano al pensamiento progresista de Francisco, conocido por su carisma, humildad y su papel protagónico en Asia. Es considerado por algunos como el “Francisco asiático”.

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También está Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, con un perfil diplomático y moderado, que podría representar una figura de consenso ante la fragmentación ideológica.

“En las últimas elecciones fue elegido alguien que no se tenía entre las cuentas y ello se explica en el desgaste de la discusión al interior del cónclave, se desgasta la posibilidad de que uno de los candidatos obtenga 90 de los 135 votos, es complicado especialmente en una Iglesia dividida respecto de los temas y los desafíos que tiene. Este es un evento interesante políticamente y es que justo antes que se reúnan los candidatos se produce en el Vaticano una discusión sobre cuáles son los temas más relevantes de la Iglesia entre los cuales se encontrarán el abuso, la pederastia y el legado del papa Francisco”, detalló el docente de la UdeMedellín.

Los desafíos para el nuevo papa

Uno de los retos más trascendentales que enfrentará el nuevo papa será responder a los profundos desafíos internos y globales que hoy marcan el rumbo de la Iglesia Católica. Foto: Vatican News.

Según Pedro Jurado, el nuevo pontífice deberá posicionarse frente a temas sensibles como la inclusión de las mujeres y personas con identidades sexuales diversas dentro de la estructura eclesial, los casos de abuso y pederastia, la transparencia en la gestión financiera del Vaticano y la crisis ecológica que ha cobrado relevancia gracias a la voz profética de Francisco. A esto se suma el papel histórico de la Iglesia como mediadora en conflictos internacionales, lo que le exige mantener un equilibrio entre su dimensión espiritual y su influencia geopolítica.

“El próximo papa tendrá que liderar una institución profundamente dividida en cuanto a sensibilidad teológica, con una base que se debate entre un enfoque progresista, uno tradicional y otro pragmático, y lo hará en un mundo que exige respuestas éticas, políticas y humanas cada vez más complejas”, señaló el docente.

Un evento cargado de simbolismo y secreto Desde el siglo XIII, el cónclave se celebra bajo estrictas normas de secreto. El proceso se lleva a cabo dentro de la Capilla Sixtina, con los cardenales aislados
totalmente del mundo exterior.

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Las votaciones se repiten varias veces al día, hasta que un candidato alcance los dos tercios necesarios para ser proclamado papa. La señal visible de esta decisión es la famosa fumata blanca o humo blanco que asciende sobre la Plaza de San Pedro anunciando al mundo: habemus papam.

Este será el cónclave más internacional de la historia, con cardenales electores de todos los continentes, reflejo de una Iglesia global y diversa. Europa sigue siendo mayoría, pero América, Asia, África y Oceanía tienen una representación cada vez más significativa.

“La elección del nuevo papa no es solo un asunto religioso, es también una decisión política y cultural con repercusiones globales. La Iglesia Católica sigue siendo una de las instituciones más influyentes del mundo occidental. Su rumbo importa”, concluyó Jurado.

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