Con una flor en los jardines del cielo

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Entre los miles de pompones, crisantemos, solidagos y hortensias del cultivo de Flores El Trigal, sede Olas de Llanogrande, emerge, amable y cercana, Luz Marina Cardona Moreno, considerada por sus compañeros como la “señora de las flores”. 

Lleva más de 34 años en el sector. Hace parte de esos operarios que a comienzos de los 90 fueron atraídos por el surgimiento de la floricultura, a gran escala, en diferentes municipios del Altiplano del Oriente antioqueño.

A manera de novela, su vida ha trasegado entre “flores y espinas”. A los 22 años, ya casada, tuvo una hija, Julieth, quien desde los 36 meses fue diagnosticada con diabetes.

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En el afán por garantizar la atención médica de su pequeña, en 1991, aceptó una oferta de empleo en un cultivo de flores. Desde entonces, ha laborado en tres exportadoras, lo que le ha permitido mantener a su familia.

“Cuando me separé, quedé con tres hijos: un hombre y dos mujeres. Ahora también tengo la custodia de dos nietos”, describe.

Desde hace ocho meses, Luz Marina cuenta con una flor en los jardines del cielo: su hija Julieth. “Fuimos confidentes. Trabajamos juntas en cultivos durante 10 años. Cuando se retiró, debido a su salud, se dedicó a cuidar de sus dos sobrinos, a quienes adoptó como a sus hijos”, dice.

La jornada laboral para esta mujer inicia a las 4:00 de la madrugada, lo que implica que se debe levantar dos horas antes para dejar todo listo en su casa del barrio Ospina, en el municipio de El Carmen de Viboral.

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Aunque ya cumplió edad para pensionarse, sigue desempeñando su oficio con entrega y amor. “Me siento feliz con lo que hago. Si la vida me lo permite, estaré acá hasta que mis manos no den más”, dice.

Luz Marina representa a las 32.400 mujeres, 55 % de ellas cabeza de hogar, vinculadas a la floricultura en el Oriente antioqueño. Como todas, ella espera que su oficio genere efectos positivos entre los compradores de flores colombianas en los mercados del mundo.

Cada que hago un buquet deseo que tras ese arreglo haya una historia de amor: una reconciliación, una declaración, un romance. Pienso, si yo lo hago con cariño, que el destino final también sea de felicidad”, comenta.

El recuerdo de su hija la impulsa para seguir adelante: “En la casa le tengo un altar que decoró con flores. Hablo con ella, como si estuviera presente; sabe que la llevo en el corazón y siempre será mi más bella flor: así como una margarita”, agrega. 

Si pudiera combinar el nombre de mi hija fallecida con el de una flor, le pondría Julieth Margarita. Sueño con tener una floristería que se llame así; SERÍA EN SU HONOR”:

Luz Marina Cardona Moreno

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