Los que siguen, son meses cruciales para la ciudad. Durante los próximos noventa días, veintiún concejales tendrán en sus manos la ruta de Medellín para los próximos doce años, hasta 2027. En el Concejo, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), radicado por el alcalde Aníbal Gaviria el martes 29 de julio, será objeto de tres meses de discusiones y debates.
Es justamente en este periodo cuando se corren grandes riesgos, pues el POT podría ser objeto de transformaciones definitivas: algunas, por supuesto, positivas, para corregir falencias o vacíos en aspectos que han señalado algunos expertos, entre ellos, el fondo municipal de regeneración y compensaciones urbanas -aún sin reglamentar-, o para dejar claro a qué se refiere exactamente la renovación que se contempla para muchos sectores de Medellín y qué va a pasar con las personas que habitan en ellos. Pero otras modificaciones podrían ser nocivas e ir en contravía del verdadero espíritu de un POT.
De ahí el llamado a que el Concejo, los ciudadanos, las universidades, los medios de comunicación, las organizaciones civiles como el Consejo Territorial de Planeación, y la misma administración municipal permanezcan con los ojos abiertos, pues cabe la posibilidad de que el Plan de Ordenamiento Territorial sufra cambios drásticos durante estos tres meses, como resultado de presiones externas e intereses económicos y gremiales específicos, muy distintos a los intereses de ciudad que se pretenden concretar.
Como lo alertaba recientemente el arquitecto y director de la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional, Luis Fernando González: “Que en el Concejo no conviertan al Plan de Ordenamiento Territorial en un Frankenstein… Sabemos cómo entró la propuesta, pero no sabemos cómo va a salir”. A este urbanista, como a otras personas, le preocupa que las sesiones en el cabildo sean meramente formalistas y no den espacio para incluir cambios en favor de una Medellín incluyente y sostenible, sino a intereses de gremios o grupos económicos que en una y otra medida se sientan afectados por el nuevo POT.
Esperamos pues que los veintiún concejales se conviertan en verdaderos garantes del bien público y estén a la altura de la responsabilidad que ahora tienen, gracias a los ciudadanos que confiaron en ellos y votaron por ellos. Sin duda, tienen por delante un trabajo arduo y plagado de presiones de toda índole, pero si lo hacen a consciencia y con honestidad, después podrán sentirse orgullosos cuando vean que contribuyeron a que Medellín fuera una ciudad mejor.