El maestro Andrés Orozco Estrada, en la dirección artística, y el maestro, Pedro Salazar, en la dirección escénica fueron los encargados de guiar a un elenco de 150 músicos y artistas en esta celebración con “La Traviata”, una ópera de Giuseppe Verdi.
Desde la entrada era posible sentir la respuesta del público y la acogida: la fila fue intensa el viernes y domingo pasados, días en los que se presentó en el Teatro Metropolitano “La Traviata”, una ópera de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Maria Piave. Durante varias semanas, más de 150 artistas se reunieron aquí, para ensayar y compartir con maestría y belleza, una de las obras más destacadas del repertorio de la ópera. Y lo lograron.
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De acuerdo con los conocedores y quienes se mueven en este mundo de la música clásica y la técnica vocal, “La Traviata” es considerada la ópera más importante. Se considera así no solo por la madurez que a través de ella muestra Verdi, sino también por la cantidad de veces que se ha representado en el mundo, desde su estreno, en 1853, en Venecia, Italia. En ella se cuenta la historia de amor entre Violetta Valery (interpretada por la soprano Eliana Piedrahita), cortesana, y Alfredo Germont (interpretado por Andrés Agudelo), un joven burgués. “La Traviata” es una invitación a la celebración, a la alegría y al amor, en medio de los contrastes que trae la vida.
Según las palabras de María Patricia Marín, directora del Teatro Metropolitano, esta obra se convirtió en un motivo de celebración, y también, en un regalo para la ciudad gracias al apoyo de Mineros, La Universidad Eafit, Comfama, La Compañía Estable, la Fundación para el Arte y la Cultura, y Medellín Cultural. Esta última se creó en 1975, y desde entonces se ha encargado de promover la cultura, en Medellín, y con sus acciones hizo posible la creación del Teatro Metropolitano.
El trabajo de esta asociación se ha visto no solo a través de las obras del teatro sino también a través del público. Una de los hechos más llamativos de esta celebración fue ver a un público variado en edad, oficios y lugares donde vive, que disfrutó, supo entender los tiempos y estar a la altura del espectáculo con su silencio, aplausos o entusiasmo cuando fue necesario.
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Esa atención del público también fue ganada gracias a una obra que cuidó los detalles, tuvo una pantalla donde los espectadores pudieron leer la traducción de la obra y en la que el director Andrés Orozco llevó la energía de la gente hacia el lugar indicado. Todo los músicos y el elenco de artistas dio lo mejor en esta obra que demostró que en Medellín la ópera puede ser ya, el plan preferido, para un viernes, domingo o celebración.