De un resguardo ubicado a 78 kilómetros de Leticia, ciudad capital del Amazonas, llegó Alexis Damasco Silva, perteneciente al resguardo Tikuna, Cocama y Yagua, al campus de la UPB en Medellín. Desde hace 50 años, esta institución es sede pionera en ofrecer la licenciatura de Etnoeducación en Colombia.
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Según cuenta Alexis, decidió estudiar Etnoeducación porque es un tipo de formación que permite a estudiantes provenientes de alguna etnia o que son afro, acceder a aprendizajes humanistas, lo que contribuye también a que se formen para enfrentar los retos que tiene la sociedad actual.
“Para nosotros en los territorios es importante, porque podemos aportar conocimientos nuevos en nuestras comunidades. También, la universidad se convierte en un referente que nos complementa como personas humanas y que nos ayuda a enfrentar los desafíos de impartir aprendizajes a otras personas”,
narra Damasco Silva.
Olga Lucía Arbeláez Rojas, coordinadora de esta licenciatura en la UPB sede Medellín, explica que, más allá de ofrecer formación profesional a grupos o comunidades multiétnicas, este tipo de educación superior se especializa en formar en las particularidades y características que posee cada una de las culturas indígenas, mestizas y raizales pertenecientes a esta licenciatura. Por ejemplo, en una lengua, unas tradiciones.
Así como Alexis, cada año llegan nuevos estudiantes al campus de la UPB provenientes de 54 etnias colombianas. Entre ellas, los Awa, Emberá, Kogui, Tikuna o Wayuu, solo por mencionar algunas. Con esta formación, la UPB tiene presencia en 26 departamentos de Colombia, además de tener estudiantes de Venezuela y Kenia.
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Se calcula que más de 700 estudiantes se forman, anualmente, en Etnoeducación en la UPB. Un tipo de formación en el que esta universidad invierte $7.000 millones anuales para becar a todos los estudiantes de esta licenciatura.
Estudiantes líderes de sus comunidades
Alexis Damasco Silva lleva 15 años, aproximadamente, trabajando en la Escuela de la Vida, junto a las autoridades indígenas de su pueblo. Ahora, con la licenciatura, él se está especializando para impartir las clases a los demás habitantes de su comunidad.
Damasco Silva cuenta que en la Escuela de la Vida se imparte una formación muy diferente a la que se da en las escuelas de la ciudad, ya que se trata de “un diálogo con nuestros gobernadores indígenas. Es una formación más de los saberes propios como pueblos indígenas. Aunque también tenemos una escuela de la Básica Primaria y Secundaria, en la cual también aprendemos el conocimiento del mundo occidental”.
La licenciatura en Etnoeducación de la UPB tiene un plan de estudios de 11 semestres. Este pregrado cuenta, actualmente, con 4.230 egresados. Y ofrece formación mixta, virtual y presencial. Así, cada seis meses, y durante 20 días, los estudiantes visitan el EcoCampus UPB para recibir el componente de presencialidad intensiva de su pregrado. Este se convierte en un espacio donde se fomenta la interculturalidad, ya que más de 26 lenguas diferentes convergen.
Finalmente, este programa lo ofrece la UPB en alianza con el Instituto Misionero de Antropología –IMA-, de la Conferencia Episcopal de Colombia. Alexis dice que con este se promueve la equidad, la inclusión en el ámbito educativo y la preservación de la diversidad cultural al llevar la educación superior a las comunidades indígenas y afrodescendientes de Colombia.