Los países que hacen parte de la ONU se han propuesto luchar contra la pobreza, la desigualdad y el deterioro ambiental. Con un enfoque en lo que llaman las 5P (Personas, Planeta, Prosperidad, Paz y Alianzas – Partnerships, en inglés), se definieron diecisiete objetivos globales que deben alcanzarse durante el periodo 2015-2030.
Cada país está invitado a localizar estos objetivos, es decir, a contextualizarlos teniendo en cuenta sus realidades, experiencias y recursos. Los gobiernos de países descentralizados como Colombia invitan a sus regiones y ciudades a continuar este proceso de localización, teniendo en cuenta las atribuciones consignadas en sus constituciones.
Medellín va un paso adelante en este proceso en comparación con muchas otras ciudades de la región. Su Departamento Administrativo de Planeación, por ejemplo, lideró un esfuerzo para analizar los diecisiete ODS (junto con sus 169 metas y 230 indicadores) e identificar cuáles son relevantes para la ciudad y cómo se va a monitorear y reportar su progreso. El resultado es la llamada Agenda Medellín 2030.
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Una pregunta fundamental que nos hemos hecho en el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de EAFIT (Urbam) es: ¿puede Medellín aprovechar instrumentos existentes para implementar los ODS o debe crear nuevos instrumentos? Los instrumentos de planificación parecen dar luz al respecto.
Para ciudades como Medellín, el instrumento de planificación más importante es el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el cual define de manera general su modelo de ocupación, es decir, cómo crecerá y se desarrollará. Para alcanzarlo, el POT se apoya en instrumentos complementarios, los cuales abordan áreas más pequeñas y manejables, y tienen un impacto directo sobre el territorio. Tal vez muchos habrán escuchado hablar de algunos de ellos, como los Macroproyectos, los PUI de Ladera y los Planes Parciales.
Los instrumentos complementarios formulados hasta el día de hoy son oportunidades desaprovechadas para la implementación de los ODS. Aunque es claro que apuntan en la misma dirección, no se encuentran articulados con las dinámicas ODS para facilitar el seguimiento y el reporte de su avance, compromisos adquiridos con el Gobierno nacional y con algunos entes internacionales.
Por ejemplo, encontramos que un Macroproyecto como el del río tiene incidencia directa sobre, por lo menos, siete de los diecisiete ODS. Sin embargo, este análisis no se ha hecho de manera planeada y oportuna. En Urbam hemos propuesto un esquema para lograr esta articulación desde las fases iniciales del proceso de desarrollo de estos instrumentos.
El Plan de Desarrollo Municipal 2020-2023 ha dado un paso significativo en la inclusión de los ODS como eje central de las estrategias de este gobierno. Sin embargo, estos planes se remplazan cada cuatro años y el compromiso con la sostenibilidad debe ser de largo alcance. La articulación con los instrumentos de planificación complementaria es entonces, sin duda, una oportunidad para afianzar este compromiso, aterrizar los ODS y alinearse aún más con dinámicas y agendas globales de sostenibilidad.
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