Alimentación

¡La basura que estos sabios me han metido en la cabeza! Que si como dulces, que si como grasas, que si como harinas: que si como. ¡Me he sentido saturada! Pero de idioteces.

No puedo sacarme de la cabeza esa imagen absurda de decenas de personas que se graban mostrando sus “comidas pecado” o cheat meals como si fuesen a cometer un delito. Cogen su hamburguesa/pizza, cierran los ojos como si estuvieran a punto de tirarse a un abismo, respiran. Abren la boca, muerden, se saborean como preso disfrutando de su libertad y miran a la cámara con cara de: “perdón, lo hice”.

¡Todo un clásico! Es más, estoy segura de que muchos creen que por actuar ese gesto son de verdad responsables de su alimentación y cuerpo porque, como los cánones de influenciadores fitness lo mandan, desprecian cualquier tipo de comida.

Estoy harta de pensar que todo lo que como son cheat meals a una dieta que no hago ni quisiera hacer. Está en mi mente porque lo veo todo el tiempo en redes, en series, en cine, con quienes comparto: es la norma implícita. Y esto no es una queja a la buena alimentación. Es un desprecio total a pensar que alimentarse bien es no pecar, y que pecar signifique disfrutar del placer absoluto de comer un antojo cuando nos da la gana.

Hace días que vengo haciendo conciencia de la basura que estos sabios de la alimentación me han metido en la cabeza. Que si como dulces, que si como grasas, que si como harinas: que si como. ¡Me he sentido saturada! Pero de idioteces.

Me rehúso a pensar que comer, uno de los grandes placeres de la vida, se convierta en un acto delictivo. Me rehúso a creer que está bien renegarme si tengo antojo de un helado y me lo como, o si compro crispetas en cine y me acabo la cubeta. Me rehúso a comer cazuela sin chicharrón o arroz porque son demasiadas grasas y carbos. Me rehúso a dejar de comer fruta porque es demasiado dulce y puedo engordarme.

Me rehúso, sobre todo, a pensar que hay una forma perfecta de lucir un cuerpo que implique dejar de actuar de forma natural: que los cuerpos no deberían tener la celulitis que la mayoría tenemos porque alguien dijo que se veía fatal y debíamos forzarnos hasta a pesar la comida que ingerimos para hacer un intento fracasado por ocultar lo humano: la piel con estrías por haberse estirado, las zonas que por más ejercicio que haces se ponen flácidas.

Y no me vengan con cuentos de que las mujeres sin celulitis, sin estrías, sin lonjitas, sin cicatrices también son reales. ¡Todos los cuerpos son reales! Lo irreal, absurdo, insensato es creer que el cuerpo perfecto, ese que no existe naturalmente, se consigue si y solo si te niegas a disfrutar la comida y te sumes en una vida donde comer, en su mayoría, significa pecado.

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