Al proyecto de renovación y transformación urbanística de la Avenida El Poblado ya le resultó un grupo que se opone. Son unos 35 propietarios de negocios localizados en sus costados, encabezados por Luis Guillermo Mesa, quienes temen que les suceda lo mismo que según ellos les pasó a sus colegas de La 33: la muerte de sus establecimientos, como dicen que sucedió en esa vía. En el primer tramo que se intervendrá, entre Pomona y el Dann Carlton, hay algunos negocios grandes, así como también pequeñas tiendas y misceláneas.
La preocupación principal de estas personas tiene que ver con la eliminación de las zonas para parqueo aledañas a sus negocios, que se convertirán en aceras para los peatones. “Nadie va a pagar un parquímetro para comprar una revista”, es el argumento de uno de los comerciantes. Iguales argumentos se escucharon con la instalación de parquímetros en el Parque Lleras en 1999, sin que ningún local cerrara por esa causa.
También dicen que no hay suficientes parqueaderos cercanos, a diferencia de lo que sucede en el Lleras, y que Medellín, por su topografía montañosa, es una ciudad para los carros. Afirman, por último, que no ven la necesidad de construir aceras tan grandes si las personas en El Poblado no caminan.
El proyecto del corredor urbano de la Avenida El Poblado prevé que los carros se estacionen en los parqueaderos y parquímetros cercanos. Estiman que, a diferencia de lo que piensan los comerciantes, éstos son suficientes para atender la demanda. En el parqueadero público de Autonorpe hay 45 celdas, mientras que en la carrera 42, entre las calles 8 y 10, existen 47 celdas de parquímetros, todos a una cuadra de la Avenida. También está prevista la redistribución de las celdas de parqueo que se perderán en calles aledañas, y para esto habrá 13 celdas en la calle 8 entre la Avenida y la 42 y 7 más hacia el occidente de la Avenida, en la calle 7D. A los propietarios de los negocios los preocupa esta localización pues dicen que estas calles son muy estrechas.
Al grupo también lo inquieta la reducción de la calzada vehicular, pues cree que con esto se generaría más congestión vehicular “y lo que se necesitan son vías para tantos habitantes nuevos que han llegado a los edificios que están construyendo”. Los carriles se reducirían de su dimensión actual, 3.50 metros, a 3.25, con lo que se pretende agilizar la circulación, cosa que aunque suene raro, funciona.