Comer en familia, una receta para el amor

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  Publicado en la edición 398, 20 septiembre de 2009  
     
 
Comer en familia, una receta para el amor
 
     
 
Desde comienzos de esta década han sido publicados los resultados de diferentes estudios hechos por universidades de reconocido prestigio, sobre el beneficio que trae a las familias el comer juntos, sino todas las comidas todos los días, sí al menos una vez al día.
La lista de publicaciones relacionadas es larga, pero en general en sus resultados muestran que las cenas familiares con frecuencia (cinco o más por semana), están asociadas con tasas más bajas de fumar, beber, y el uso ilícito de drogas en los preadolescentes y adolescentes en comparación a las familias que comen juntas dos o menos veces por semana. También se ha descubierto que los niños que comen más veces con su familia obtienen mejores resultados escolares. Los adolescentes que cenan cuatro o más veces por semana con sus familias tienen un mayor rendimiento académico en comparación con los adolescentes que comen con sus familias dos o menos veces por semana.
A eso agréguele que las comidas consumidas fuera de casa valen de dos a cuatro veces más que las comidas preparadas en el hogar y debido a los horarios académicos y laborales, los compromisos y demás actividades, todos comemos por fuera varias veces a la semana.
Por eso es hora de llevar a la familia de nuevo a la mesa de la casa. Vivir en El Poblado, en unión con La Tienda Creativa y desde ahora en adelante también con Almacenes Éxito, presenta en esta edición una nueva campaña cívica, en línea con las que hemos hecho en el pasado y que han merecido reconocimiento internacional, esta vez para promover la reunión de la familia alrededor de la mesa. Hay evidencia suficiente que nos dice que compartir la cena les da a todos en casa un sentido de identidad, ayuda a aliviar el día a día de los conflictos y a establecer tradiciones y recuerdos que pueden durar toda la vida. Solo beneficios se derivan de fortalecer los lazos familiares.
Es sabido que a medida que los niños crecen sus horarios se complican más; en consecuencia es importante hacer un esfuerzo para comer juntos desde que están pequeños. Reservar el tiempo para cenar juntos es un deber de toda la familia y debe ser asumido desde el principio. El mejor futuro que todos queremos para nuestros hijos se comienza a construir así, de manera sencilla y al alcance de todos. A eso es a lo que le apuntamos desde nuestras posibilidades como medio de comunicación comprometido con la comunidad a la que pertenecemos, como materialización de nuestra responsabilidad social. Los invitamos a discutir esta propuesta en casa y a dejarnos saber lo que piensan de ella.
 
     
 
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