“…Te hablo también: entre maderas, entre resinas,
entre millares de hojas inquietas, de una sola hoja:
pequeña mancha verde, de lozanía, de gracia,
hoja sola en que vibran los vientos que corrieron
por los bellos países donde el verde es de todos los colores,
los vientos que cantaron por los países de Colombia…”
(Aurelio Arturo. Morada al sur)
Por Saúl Álvarez Lara
Siete años tomó la realización del proyecto. Siete años durante los cuales Susana Mejía y su grupo de trabajo volaron al Amazonas, tres o cuatro veces al año, para hacer, bajo la guía de las comunidades locales, el trabajo de campo. Color Amazonía es el resultado del acercamiento a los colores del Amazonas, de cuáles plantas vienen: rojo, de la corteza del Palo Brasil; ocre, de las semillas del Achiote; o morado, de las cáscaras del fruto del Huitillo. El libro narra cómo se producen los pigmentos según los métodos artesanales que utilizan los indígenas Huitotos y Tikunas, y, sobre todo, permite sentir en el contacto con sus colores la inmensidad de la Amazonía en peligro.
La idea surgió luego de viajar al Amazonas como turista, sin la intención de encontrar algo particular; se trataba solo de mirar de cerca aquella selva en vía de desaparición. Fue entonces cuando las coincidencias obraron: el trabajo que Susana realizaba con las internas del Buen Pastor en talleres de tejido y el encuentro con los indígenas del Amazonas que tiñen sus fibras con colores exultantes, le revelaron la posibilidad de aplicar el color a su trabajo. Dos aspectos fundamentales de su obra como artista plástica, el tejido y el color, coincidieron en el Amazonas. La idea de hacer una investigación en profundidad sobre el color tomó forma. El proceso de alquimia artesanal para obtener el pigmento y su aplicación sobre fibras naturales como fique, papel o algodón, se convirtió en el objeto de investigación que Color Amazonía presenta como una visión de esta región desde la estética de sus colores. Múltiples disciplinas intervinieron durante los siete años de trabajo: desde la botánica, que llevó a la identificación de las especies que permiten la elaboración de los pigmentos; y la antropología, que permitió reconocer los procesos naturales y facilitó el encuentro con el entorno; hasta la fotografía, el vídeo y el sonido, que produjeron los documentos testimoniales; incluso un ingeniero químico participó en la creación de un producto para proteger las impresiones sobre papel natural.
Instalaron un lugar de trabajo a once kilómetros de Leticia donde lograron reproducir, para agilizar la alquimia y elaboración de los pigmentos, las once especies botánicas seleccionadas: diez nativas –Achiote, Palo Brasil, Cudi, Chokanary, Huitillo, Bure, Amacizo, Chontaduro, Llorón y Huito– y una no nativa pero común en el Amazonas: la Cúrcuma. Allí mismo llegaban las remesas de fique desde Santander, donde fabricaron más de dos mil kilos. Tuvieron también en cuenta la manufactura de papel en fibra de algodón para las impresiones. Cada vez que tenían material suficiente, volaban al campamento cerca de Leticia y con el grupo de indígenas liderados por Katia, de la comunidad Huitoto, trabajaban hasta teñir el fique recibido; mientras tanto, hacían las impresiones sobre papel y los fotógrafos registraban sus documentos. Tres veces al año se repetían las visitas del grupo y se demoraban según la cantidad de material de soporte con que contaran.
Terminado el trabajo de campo vino la realización del libro, que requirió hacer por lo menos dos guías de diseño. Con Mesa Editores constituyeron un consejo editorial, también multidisciplinario, para la evaluación y clasificación del material; iniciaron la elaboración del herbario y los monotipos a partir de las plantas seleccionadas e invitaron a algunas personas a participar en la edición del libro con textos sobre el color, la poesía, la historia, el arte que inspira el producto de la investigación. En septiembre de 2013 el libro, terminado, salió de los talleres de Artes y Letras de Medellín. El mismo mes, la Fundación Flora hizo una exposición en Bogotá con todo el material de la investigación: fique teñido, monotipos, herbario, fotografías y videos. Susana Mejía y Color Amazonía están invitados a una próxima exposición en Nueva York y esperamos que pronto la podamos ver en Medellín. Color Amazonía es una mirada a esa región en peligro, con la sensibilidad de quien ve el mundo en las tonalidades de sus colores, pero también es un llamado de atención: nuestro deber es proteger lo poco que allí queda.
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