El Colegio Benedictinos de Santa María está cumpliendo 65 años. Un motivo para recordar la historia de la comunidad religiosa que le dio la identidad y el nombre a esta zona de Envigado.
Los dos mundos conviven en el mismo espacio. En la zona más antigua transcurre en silencio la vida pacífica y contemplativa de 11 monjes de clausura; y, a unos metros, el bullicio y la algarabía de los cerca de 1.200 estudiantes del colegio Benedictino de Santa María.
Es la gracia de esta institución educativa de Envigado, que está cumpliendo 65 años de existencia: un lugar en el que se combinan la tradición y la innovación, lo mejor del pasado y del presente. Así lo afirma su rectora, Liliana Chica Hincapié: “El colegio tiene una mezcla muy bonita; damos una gran formación en valores, inspirada en los principios de la comunidad benedictina, pero, al mismo tiempo, contamos con un modelo de innovación, con las nuevas megatendencias educativas, para darles la oportunidad a nuestros niños de que respondan a todos los retos del siglo XXI”.
“contamos con un modelo de innovación, con las nuevas megatendencias educativas”.
En el Monasterio Santa María de la Asunción, los monjes viven su retiro espiritual, dedicados a la oración, al estudio, al trabajo y al servicio a su comunidad, como lo hizo en la época antigua su fundador, San Benito. A solo unos metros, en las aulas, los estudiantes asisten a las clases del mundo actual: “pensamiento matemático”, “habilidades del siglo XXI”, “programación”, “ciudadanía global”, “innovación social”, “ser feliz”…
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El toque femenino
La comunidad de los Monjes Benedictinos de Santa María de la Asunción llegó a Envigado en 1954, proveniente de Monserrat, España. Según recuerdan los vecinos más antiguos de la zona, fue don Bernardo Mora quien los acogió en su finca, con la condición de que se dedicaran a una obra social. De ahí nació el colegio, que fue fundado en 1958.
Las familias del sector recibieron con entusiasmo a la comunidad religiosa, que les ofrecía una educación de calidad para sus hijos. Muchos envigadeños recuerdan al primer Abad, el padre Cesáreo Figueras, a caballo por las fincas de Zúñiga y El Esmeraldal, intercambiando tinto y conversación por bendiciones.
Aunque la comunidad benedictina todavía está al tanto de las decisiones más importantes del colegio, hace siete años hizo un cambio fundamental: entregar la rectoría y la administración de la institución a personas laicas. Con otro aspecto novedoso: asignar a la primera mujer rectora. Así lo cuenta ella: “El Abad Guillermo León Arboleda, que venía de la comunidad de Guatapé, consideró que los monjes ya estaban ocupados en otras labores, y que realmente su especialidad no era la educación. Decidió delegarnos las tareas a personas que habíamos sido formadas en pedagogía”.
Y el primer revolcón que propuso Liliana fue cambiar la modalidad masculina por mixta. “Le dije al Abad: aprovechemos ese pensamiento tan liberal, y dejemos que entren las niñas al colegio. Las mujeres tenemos ahora más liderazgo, y las niñas tienen todo el derecho de educarse acá, con nuestros principios y nuestros valores. Además, la vida se resuelve entre hombres y mujeres, no separados”. Una decisión que impactó positivamente a la institución: de 700 estudiantes, hace siete años, pasó a cerca de 1.200. El año pasado se graduó la primera cohorte mixta de benedictinos, y hoy el 30 % de la población estudiantil es femenina.
Niños y niñas que reciben una clase de diseño en un aula dotada con la mejor tecnología, mientras escuchan a lo lejos una misa con cantos gregorianos, al otro lado de la reja de clausura.