Los accionistas eligieron la protección de los terrenos del club a favor de la calidad ambiental de Medellín, tan comentada, tan requerida, en estos años de aire agobiado por las contingencias.
En 56 hectáreas de terreno bien pudieron levantar 4.000 unidades de vivienda y un centro comercial en medio de un paisaje privilegiado y conexiones con La Aguacatala, el occidente, el Olaya Herrera o Itagüí. Y aun así hubiera quedado sin intervenir el 70 % del terreno. Y alguna vez que analizaron la explotación urbanística del predio encontraron que determinado tipo de negocio les hubiera dejado como resultado un billón de pesos.
No obstante lo jugosas de las oportunidades, la decisión del Club El Rodeo fue tramitar con Parques Nacionales Naturales de Colombia, del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la conversión de sus terrenos en una reserva natural.
La ciudad, su área metropolitana y las próximas generaciones les deben reconocimiento y agradecimiento a los 3.500 accionistas y los 850 socios activos de El Rodeo por este gesto altruista, sostenible y de proyección a largo plazo.
Por decisión “prácticamente unánime” como reporta un jubiloso Luis Guillermo Marín, gerente del Club, la asamblea de accionistas privilegió ofrecer un aporte ambiental no solo a los socios sino a la subregión metropolitana y renunciar a cualquier posibilidad de explotación comercial del área y de desarrollo de proyectos de infraestructura. Eligió proteger el lugar donde hacen presencia 104 de las 300 especies de aves reportadas en el Aburrá, 69 de ellas con hábitat permanente, además de 19 migratorias, entre ellas el pato canadiense. Favoreció los terrenos donde encuentran vida guacamayas, cotorras carisucias, pericos cascabel, barranqueros o carpinteros y se mueven perros de monte, tortugas, ardillas, iguanas, zarigüeyas, además dotados por seis lagos y dos parches de bosque húmedo montano bajo.
Los accionistas eligieron la protección del pulmón verde a favor de la calidad ambiental de Medellín, tan comentada, tan requerida, en estos por lo menos cuatro años de contingencias del aire, y también de las próximas generaciones.
El proceso que terminó con la Resolución favorable de parte de Parques Nacionales Naturales, había iniciado hace cuatro años con el inventario de fauna y flora ordenado por el propio Club, continuó con la aprobación de la nueva destinación por parte de la Asamblea de accionistas de 2018, tuvo sus tropiezos porque la autoridad negó en primera instancia el registro como reserva natural de la sociedad civil y ahora, con vía libre, deberá adelantar en un plazo de un año el diseño de un plan de manejo ambiental para el próximo lustro que incluya actividades de conservación, preservación, regeneración y restauración.
“No dejaremos de ser club privado. El Rodeo será generador de aire puro, corredor ecológico y conservador de riqueza ambiental”, celebra el gerente Marín. Y respira la subregión metropolitana.