Desde que leí las diferentes noticias y columnas respecto al regalo que le hizo el Club El Rodeo a Medellín, se me generaron dos posiciones encontradas. La primera de ellas es que sí, le agradezco al Club El Rodeo y sus socios por haber sacrificado una posible ganancia que se hubiera generado con la venta de ese predio a constructores y preferir la posibilidad de entregar ese espacio como generador de aire puro y bienestar para la ciudad. Esa declaratoria prohíbe la planeación de proyectos de construcción en la zona, hasta 2027 que se revise el Plan de Ordenamiento territorial
Por otro lado, siento un enorme deseo de que ese espacio sea público, porque vivimos en una ciudad que lo necesita. Deseo que el Club realice campañas que acerquen a la población de la ciudad a ese espacio y que logren, de alguna manera, democratizarlo.
El acceso a la naturaleza no debería estar atravesado por membresías a clubes ni por la capacidad adquisitiva de una persona. Gracias Club El Rodeo y espero que este espacio genere una mayor cercanía de los ciudadanos a la naturaleza existente en nuestra ciudad.