Cinturón para ciegos sigue en avance
Una invención de alumnos del colegio Montessori para mejorar la calidad de vida de personas invidentes está en vías de perfeccionamiento. Ingenieros de la UPB trabajan para darle vuelo
La imagen era curiosa. Los cuatro niños de 12 años eran quienes les daban las indicaciones a los ingenieros del Centro de Bioingeniería de la UPB para que desarrollaran el cinturón para ciegos de acuerdo con lo que los menores se habían propuesto.
Liderados por su profesor de Informática y Robótica, Eduardo Restrepo, el grupo de alumnos de sexto grado fueron quienes solicitaron el apoyo de este grupo de bioingeniería de la UPB para desarrollar el cinturón diseñado por ellos como proyecto de investigación con el que se ganaron el derecho a representar a Colombia en un concurso mundial en San Luis, Estados Unidos.
Tras dos meses y medio de trabajo intenso, los ingenieros, con las indicaciones permanentes de los niños, tuvieron listo el cinturón, llamado Technobelt, el mismo que en Estados Unidos logró ganar en la categoría Conciencia Humanitaria, entre otros 82 equipos de 25 países del mundo.
“Los bastones son para cuchos”
“Fue un proceso muy interesante” -dice el docente Eduardo Restrepo acerca de ese trabajo conjunto entre alumnos de sexto grado e ingenieros reconocidos en el campo de la biomédica-, “ver cómo se pasó de esa idea abstracta a algo más concreto, cómo fue tomando forma el prototipo basado en la idea original de ellos.”
El reto de los estudiantes era solucionar algún problema que las personas tuvieran en el área de la biomédica. “Vimos que en Colombia y en el mundo había muchas personas invidentes y creímos que era importante ayudarlos”, cuenta Julián Jaramillo, uno de los investigadores del equipo escolar.
Fue así como supieron que en Colombia hay un millón cien mil personas invidentes y en el mundo entre 40 y 45 millones. Hicieron lluvia de ideas para determinar cuál innovación les sería más útil y luego visitaron instituciones de niños con esta discapacidad.
La sorpresa fue mayúscula cuando vieron el alto grado de autonomía de estos niños, su manera de desenvolverse y de dirigirse a ellos de igual a igual. Y además les dejaron claro a los alumnos investigadores que ellos no querían bastones, pues “eso es para cuchos.”
De ahí, pues, la idea de diseñar un cinturón, para lo cual a Julián le correspondió indagar a profundidad sobre el funcionamiento de los sensores de ultrasonido y la manera de adaptarlos a un cinturón.
Detector de obstáculos
El cinturón para invidentes o Technobelt no es aparatoso y se pone de manera fácil a la cintura. En su parte central tiene un compartimiento donde están el microcontrolador, la tarjeta y los circuitos eléctricos, y a cada lado, tanto al izquierdo como al derecho, tiene una pareja de sensores de ultrasonido: uno manda las señales y otro las recibe. “El principio del cinturón es el mismo del de algunos carros cuando reversan, que a medida que se acercan a un muro empiezan a pitar y mientras más cerca estén, pitan más rápido” – explica el profesor Eduardo Restrepo.
La diferencia con este ejemplo es que el cinturón viene con audífonos, de tal manera que cuando la persona que los lleva se va a acercando a un obstáculo se incrementa la señal, el sonido o pito que lo alerta. Si el obstáculo está a mano izquierda, suena más rápido el audífono del lado izquierdo, y viceversa. “A medida que está más rápida la señal, aumenta la revolución del motor, lo que indica que hay mayor cercanía a una barrera. La idea es que eventualmente se pueda cambiar de sonido a solo vibración”
De los niños para el mundo
Hoy, el cinturón para invidentes o Technobelt tiene vuelo propio y es objeto de evolución por parte del grupo bioingeniería de UPB, el cual proyecta presentarlo en varios congresos y publicaciones con el fin de conseguir financiación para continuar su desarrollo. Mientras tanto, sus creadores se dedican a nuevos proyectos de investigación que les permitan innovar en otros campos, allí donde se necesite.