La noticia hoy sobre el cierre de El Teatrico llegó con mucho dolor para la comunidad cultural de la ciudad, un espacio en Laureles que llenó en gran medida vacíos que tenía no solo esta zona.
Hablamos con Lina Castaño, directora de la Casa Teatro El Poblado, para reflexionar sobre el futuro de las iniciativas culturales que se realizan de forma privada.
¿Cómo reciben la noticia del cierre de El Teatrico?
“Que se cierre un centro cultural o un teatro siempre es una pérdida, no solo para los que hacen parte de ese proyecto sino para toda la ciudad.
Cuando me enteré de la noticia realmente fue bastante desolador sentir que las garras de otro tipo de cosas se llevan un proyecto que ha trabajado con tanta rigurosidad y tanta entrega durante estos 6 años.
Es una gran pérdida para esa zona de la ciudad que, como El Poblado, tampoco tiene muchos espacios culturales. Sin embargo, se va un edificio pero el proyecto cultural continúa, los proyectos culturales no son solo los edificios, hay algo mucho más de fondo, hay un deseo de proponer cosas nuevas para la ciudad. Somos proyectos que nacimos en la misma época, El Teatrico puede tener ocho meses más que nosotros y nacimos como intereses particulares de ciudadanos que querían ofrecer este tipo de espacios para la ciudad. Esto nunca es un negocio, es más bien una quijotada de proponer cosas distintas.
En Casa Teatro El Poblado siempre hemos tenido una muy buena relación con El Teatrico y los vamos a acoger en una temporada de dos semanas en julio y seguramente en muchas temporadas más para todo lo que tiene que ver con su proyecto cultural”.
¿Es más difícil tener una iniciativa cultural privada?
“Casi todas las condiciones en las que vivimos en esta sociedad están en contra de que exista un proyecto cultural, más aún en zonas donde llegamos casi a colonizar, a cautivar público, a crear hábito; a proponerle a la gente que pueda disfrutar de ir a teatro o un concierto tanto como ir a un centro comercial. Es un esfuerzo grande, más sabiendo que esto no se basa en términos de rentabilidad. Si fuera así, de plano no existiría, esto es más como el tesón de proponerle algo distinto a la comunidad y de crear otros imaginarios en una sociedad que se está reconstruyendo continuamente con toda la violencia que hemos padecido”.
¿Cree que hace falta apoyo de la Administración Municipal?
“El apoyo es poco, pero no solo hablo del tema económico sino en el acompañamiento de cada uno de los procesos que se están realizando en la ciudad, no se trata de crear espacios nuevos, propuestas nuevas, sino que lo que hay realmente se apoye y se tengan en cuenta.
La Alcaldía de Medellín y la Secretaría de Cultura deberían estar más al pie de cada proceso, no es solamente que nosotros vayamos hacia ellos, de pedir recursos sino que realmente hubiera un acompañamiento desde múltiples instancias para todas las dificultades que hay”.
¿Qué papel juega la comunidad frente a estos espacios?
“Realmente nos hemos dado cuenta que no hay un hábito creado y en esa medida no hay una facilidad para que la gente se acerque y mucho menos que pague una boleta. Nos hemos dado cuenta de que sí hay difusión, la gente sí se entera cuando es un evento con entrada libre y que pudo estar en otra ocasión con pago de boletería, pero la gente no responde. Yo pienso que hay un estado de indiferencia muy grande y cada vez nos hemos dado cuenta de que llegamos a un territorio que está baldío. Es difícil y va a ser un proceso muy largo y de mucha paciencia. Hay un público cautivo, que nos acompaña, pero siempre es una minoría, uno quisiera que estos espacios estuvieran más habitados todo el tiempo. Es un camino largo y es al que le estamos apuntando”.
¿Cuál es el panorama hacia el futuro?
“Son las dificultades que diariamente vemos en las entidades culturales, no solo por el tema del sostenimiento, también por las dificultades que hay en términos tributarios. Hay que estar muy institucionalizados, pero al estar así, también se llena de complicaciones que se vuelven muy difíciles de cumplir. Ahora con la llegada de la reforma tributaria y la economía naranja con seguridad que hay muchas instituciones que van a desaparecer.
Yo creo que esta es la oportunidad de poner la reflexión sobre la economía naranja, yo no sé hasta qué punto se puede tomar a la cultura como una empresa como la están queriendo direccionar porque si El Teatrico, que ha tenido una rigurosidad en los procesos, le pasa una cosa de estas, otras entidades culturales pueden estar más vulnerables”.