Casa, pero no en el aire

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Ascensores sin mantenimiento y forrados en cartón, números de los apartamentos en papel, shut de basuras y citófonos fuera de servicio, baños sin lavamanos, escaleras y corredores sin luces, plafones sueltos, cuartos útiles con apariencia de barracas, puerta de ingreso de vehículos sin motor pues el que tenía se lo llevó la empresa que lo instaló por falta de pago, zonas comunes sucias y enmontadas. En este ambiente viven 15 de las 60 familias “propietarias” de un edificio que está inconcluso, pese a que debió terminarse a mediados de 2007. Los “propietarios” no pueden vender porque no les han hecho escritura porque el lote está embargado. Por lo mismo, tampoco pueden terminar de pagar el apartamento porque los bancos no les prestan y la constructora, con otros proyectos estancados en la ciudad, dice no tener plata para terminarlos. Un círculo vicioso.
Y es sólo uno de los muchos casos similares que ocurren en Medellín a quienes convencidos de que “tener casa no es riqueza pero no tenerla sí es pobreza”, invierten sus ahorros y se endeudan para comprar una vivienda, sueño que a menudo se convierte en pesadilla.
“No son todas las construcciones ni todos los constructores, algunos cumplen pero otros no”, dice el concejal Federico Gutiérrez, quien desde meses atrás se enfrenta a este tema en una comisión accidental del Concejo destinada a encontrar soluciones para los compradores que hoy solo tienen una casa en el aire. Su objetivo es estructurar y sacar adelante un proyecto de acuerdo que permita que en Medellín comprar casa propia sea más seguro.

Las irregularidades
Según el concejal Federico Gutiérrez, una de las irregularidades más comunes es el incumplimiento en el plazo de entrega. “Si a los 90 días de vencido ese plazo no han entregado, al comprador le tienen que empezar a pagar un arriendo correspondiente al valor del apartamento. Pero eso por lo general no se cumple”. También son frecuentes los incumplimientos con la lista de acabados y con las características de las zonas comunes.
El concejal asevera incluso que hay constructores que buscan aburrir a quienes compraron sobre planos. “Cuando los precios se disparan le empiezan a incumplir al comprador, no le pagan los arriendos, no lo reciben y cuando se empieza a quejar le dicen que si está muy aburrido deshagan el negocio. Claro, cuando ya el metro vale el doble. Eso es falta de ética”. Muchos se abstienen de demandar por lo demorado del proceso y prefieren quedarse “amarrados”, sujetos a lo que el constructor quiera hacer con ellos. Y otros, cuando van a demandar, no tienen a quien porque la sociedad que vendió el proyecto ya está disuelta.

“Que no paguen justos por pecadores”
Eduardo Loaiza, Gerente de Camacol Antioquia, entidad que agremia un 80% de los constructores de la región, asegura que el Comité de Ética “no ha recibido una sola queja de un afectado denunciando a un constructor afiliado. Los constructores antioqueños son los más serios del país”. Por eso lo preocupa que “paguen justos por pecadores” y el gremio se afecta por las actuaciones de unos pocos que no pertenecen a él. Para prevenir, recomienda no comprar a advenedizos de la construcción sino a empresas serias y dejar todo escrito en la promesa de compraventa, preguntar cuál banco financia el proyecto, verificar la información, y asesorarse con Camacol y con las oficinas municipales de Planeación.

El caso Torremayor
Gracias a las gestiones del Concejo y Planeación Municipal, se solucionó a favor de los compradores del edificio Torremayor, en cercanías de La Frontera, la situación en la que estaban envueltos desde hacía varios años, a raíz de la quiebra de la constructora y el sin número de incumplimientos en que había incurrido. Recientemente el constructor se comprometió a pagar con un lote la deuda de $400 millones que tiene con el Municipio, lo que permitirá que se dé el recibo de obra y los propietarios accedan por fin a los servicios públicos legales.

     
 
 
 
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