¡Hola! Te escribo desde Puerto Golondrina (Vaupés) en medio de nuestra Expedición Artística. Todo este año hemos estado en un ejercicio de exploración de las sonoridades adentro y afuera; los ruidos de la mente cómo reflejo del ruido afuera, de la contaminación sonora de nuestra cotidianidad.
Esta Expedición Artística fue parte de la Residencia anual que ofrecemos desde Humanese en el barrio San Lucas. Este año han sido seis meses con encuentros quincenales y un grupo transdisciplinar de curiosas y curiosos que han encontrado en la escucha nuevas sensibilidades.
Todo este ejercicio de exploración creativa dio luz a <<Actos II: Sonoros>>, una semana de programación creativa en Humanese, del viernes 25 de julio al 2 de agosto. ¡Por favor agéndalo desde ya!
En “<<Actos II: Sonoros>>”, cada residenta ha puesto a sonar su vida con algo más profundo y expansivo: lo sagrado. Y así se sintió la Expedición Artística en Vaupés. Una expedición inmersiva de 7 días en la selva, los ríos, las tradiciones ancestrales y sus artes. Siete días dedicados a la escucha de la esencia latente del territorio y la nuestra. En estos seis meses de residencia artística, los ejercicios de exploración colectiva me siguen recordando que el encuentro de lo humano es un encuentro sonoro, el de las palabras que pronunciamos y sobre todo el ruido que filtran nuestros oídos y que permitimos que entre en nuestro mundo interno. Esto es especialmente relevante en el mundo de la hiperconexión, donde la mayor cantidad de nuestras interacciones ya no son cara a cara, sino mediadas por algún dispositivo tecnológico.
Cuidar, entonces, la vida, se ha convertido en un ejercicio de escucha cuidada. De cuidar las palabras que salen de nuestras bocas que al mismo tiempo las escuchamos en su forma y su volumen. Como si cada una de las palabras tomara forma de pluma, de piedra, o de espina, y al final casi siempre componen una canción. ¿A qué sonamos? ¿Cómo nos escuchamos?
Aún siento que mi mundo interno está en Vaupés. Aún me siento inmersa en la selva donde hicimos ejercicios de contemplación y canto entre árboles, ríos de color rubí, cobre, y riberas de arena blanca. Recuerdo adentrarnos en la selva hasta llegar al pozo y encontrar barro blanco.
Allá, en ese lugar, se sentían los pasos sigilosos del jaguar y el susurro del agua recordándonos a través de su canto, la memoria de este planeta, de nuestra raíz. Durante la Expedición recogimos sonoridades entremezcladas con el Cubeo, el idioma de la comunidad indígena que nos resguardó, nos alimentó y nos enseñó su arte de la cerámica.
Te cuento entonces que inauguramos “<<Actos II: Sonoros>>” el viernes 25 de julio a las 7p.m., con la puesta en escena que recorrerá todos los momentos evolutivos e históricos desde que nacimos. El grupo de residentas reúne talento local de mujeres como Natalia Vanegas, dj botánica y doula; Ana María Jiménez, joyera, Camilo Duque, fotógrafo, y la composición musical está a cargo del compositor Camilo Posada.
Durante la programación tendremos talleres, charlas y exposiciones como “Baños de Escucha”, “Nacer las Alas”, “El Crepitar de la Sal en el Fuego”, “La Matrescencia”, entre otras. Gratitud infinita a la Cámara de Comercio de Medellín por acompañar este proceso. Cuento los días para abrazarte tocaya. ¡Gracias por conspirar con todo esto!