Hola, te escribo desde el puente que conecta la casa con la calle. Este puente, de más de medio siglo, está construido en piedra sobre la quebrada La Paulita. ¿La recuerdas?, es la misma quebrada que se desbordó hace cuatro años, en nuestro barrio -El Poblado-.
Esta quebrada, como la gran mayoría de Medellín, bajaba libremente por la montaña, humedeciendo la tierra en lentitud, pero hoy se encuentra ahogada en cemento; un ahogo que paradójicamente, hará que -tarde o temprano- por fin se libere. Hoy, durante cada aguacero, corren la rabia y el descontrol, que impermeabilizan más laderas cada día. Ya las aguas de este valle fluvial perdieron por completo su cauce, su eje y su flujo natural.
Este puente se ha vuelto una metáfora con la que acompañamos a nuestras hijas a crecer. Desde este puente podemos sentir la vida en todas sus posibilidades. Avistamos el agua, la tierra, el aire, la flora, la fauna y el silencio silvestre que parece esforzarse en volver a su estado libre. Y lo curioso es que a tan solo unos metros del puente está la transversal Superior.
Allí transitan un sinfín de motorizados que cada vez parecieran agrandarse más, ocupando más espacio, haciendo más ruido y pesándole toneladas a la tierra y a todo lo que vive en ella.
La crianza de Ágata y Vera se ha convertido en un nuevo motor para nosotras, su mamá y papá; energía vital para seguir empujando las agendas climáticas. Recuerda que hace unos años enfrentamos un tremendo reto de acción colectiva: trabajamos, de manera voluntaria, con un grupo de ciudadanas y ciudadanos activos que también, como nosotros, están inquietos y quieren construir de manera colectiva un futuro más sensato. Ese proyecto lo detuvimos y la vida nos siguió llevando a poner nuestra energía de vuelta a proyectos privados.
Los nacimientos de nuestras hijas nos permitieron observar los opuestos en los que vivimos. Ágata nació bajo el sol y Verá nació bajo la luna. Ágata se tomó su tiempo para transitar, Vera no lo vio necesario. Ágata llegó en los momentos de contracción durante la pandemia, Vera llegó en momentos de expansión. Entender esas dos energías, el femenino y el masculino, el yin y el yang, de las que estamos hechos, adentro y afuera, nos sigue inspirando a ser puente, a conectar esos opuestos que somos.
Estos tiempos planetarios de apagones, inundaciones, derrumbes, sequías, virus y depresiones van a seguir escalando. Para algunos, la vida continúa como si nada pasara. Nosotras, por el contrario, hemos decidido atender, con lo que tenemos, las situaciones alarmantes que podemos ir regenerando en el presente.
Desde Humanese, aquí en San Lucas, continuamos ofreciendo una agenda que invita a restaurar nuestras visiones y estilos de vida para adaptarnos al futuro y transformar positivamente el mañana.
Te cuento que Vendita MINIS fue preciosa, nuestra feria de oficios y saberes que reunió a familias que resuenan con nuestras misiones y que ponen sus competencias en función de un mejor barrio y sociedad. Y lo más emocionante es que junto a Tortuga Taller, una familia amiga conspiradora que resguarda oficios perdidos, instalamos el nombre de Humanese, escrito sobre una roca de la quebrada, en el puente del que te hablo. Esta roca en este puente es un tótem que, simbólicamente, nos recuerda que necesitamos seguir abriendo caminos hacia el centro de las dos orillas, de los dos opuestos, donde podamos encontrarnos para encontrar juntas y juntos maneras más sensatas de habitar este planeta.