¡Hola! Te escribo desde casa. Llegué con treinta y seis semanas de gestación y confiando en que el universo y las décadas de conexión con el cuerpo se encargarían de cuidarnos durante los tres meses lejos de casa. En cualquier momento puede nacer y, a diferencia de la gestación, el parto y el posparto de Ágata, que tuvo lugar durante la pandemia del 2020, esta segunda gestación ha sido todo lo opuesto. Una de expansión, de movimientos, de compartir afuera, de celebrar en colectivo, de mar, de montaña, de arte, y de acompañar a otra hija que también necesita atención constante de su mamá.
Durante los tres meses de residencia artística, galardón del Ministerio de Cultura Francés, evolucioné muchísimo. El encuentro con Chloé Latour y Jean-Pierre Seyvos fue extraordinario; una pareja talentosísima, aterrizada y divertida. Hace tiempos no sentía tanta coherencia en un proyecto y no encontraba mentoría que pudiera relacionar con tanta fluidez a mis visiones planetarias.
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La residencia tuvo momentos de mucha intensidad, y otros de libertad e inspiración. Con todo el equipo de S-Composition.eu tuve la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, y sobre todo pude crear una nueva red con más de un centenar de artistas, investigadores y profesionales de la cultura entre otros; todas y todos con “alta agencia” en los temas ecológicos.
El momento culminante de la residencia fue durante la Escuela de Verano de la Geopatía y la Universidad de Terrestres, tomando el concepto de geopatía que forjó el filósofo Bruno Latour para designar una forma de estar en empatía con los nuevos conocimientos de las Ciencias de la Tierra (geología, ecología, hidrología, meteorología, pedología, geoquímica), y al mismo tiempo reconocer las relaciones patológicas que tenemos con ellas.
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Durante todos estos días tuvimos clases maestras, trabajo de campo y puestas en escena con las y los científicos investigadores y artistas más respetados en la escena parisina. Exploramos posibles “habilidades de habitabilidad” con nuevas mutaciones teóricas, como la Endosimbiosis de Lynn Margulis, la teoría de Gaia de James Lovelock, o las reinterpretaciones de la Zona Crítica, como se refirió el filósofo Bruno Latour a las zonas que componen nuestro mundo habitable, esa delgada piel donde vivimos en la superficie de la tierra, que va desde las rocas ubicadas en la base del suelo hasta la atmósfera inferior.
¿Cómo te fue leyendo los libros de Latour? Es sorprendente la cantidad de literatura que dejó, y cómo, luego de su vida más productiva como profesor de Sciences-Po en París y reconocido conferencista en todas las latitudes, decidió buscar herramientas artísticas y dedicar sus últimos años al arte, a la divulgación científica sensible y a procesos más colaborativos y transdisciplinares.
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La sensación más profunda que me dejó la residencia es que desde la periferia que ocupamos en el Sur Global y en Medellín, estamos avanzando en procesos vanguardistas hacia una construcción y una investigación colectiva para intentar iluminar una nueva clase ecológica. Todo fue un regalo, sobre todo regresar a mi vida de estudiante en París, pero ahora como mamá, con mi hija de 4 y gestando una segunda vida. Todo esto, sincrónicamente con los Juegos Olímpicos 2024, donde también pude participar con Sense, gracias a la exitosa iniciativa de Casa Colombia, liderada por la Embajada de Colombia en Francia.
Por ahora seguiré habitando la dulce espera de este segundo nacimiento, mientras se seguirán gestando conexiones, hormonas y procesos creativos, capaces de llevarnos hacia los siguientes capítulos de esta familia y de nuestros sueños con Humanese. Oye, ¡te esperamos pronto por acá!