La mirada. La fuerza y la verdad de la mirada. Ese fue el criterio que definió Carlos Tobón para elegir los 30 retratos de esta exposición, entre miles y miles de tomas, acumuladas en 40 años de vida artística.
Porque, él lo sabe, un retrato es un acto de complicidad entre el fotógrafo y el personaje. “Para lograr un buen retrato se necesita admiración, amor o respeto. Y si coinciden los tres, perfecto”, afirma. Por eso, en esta exposición de la galería La Balsa, los retratos interpelan al espectador con su mirada en blanco y negro, y nos abren una ventana a su interior.
En los retratos de la exposición, es posible, por ejemplo, ver la felicidad de Teresita Gómez al terminar ese concierto en el Teatro Pablo Tobón Uribe. Es evidente la bonhomía del escultor Hugo Zapata, la altivez del curador de arte Alberto Sierra, el humor negro del escritor Eduardo Escobar y el sarcasmo del pintor Alvaro Marín. La mirada penetrante del artista Luis Fernando Peláez nos habla de su grandeza; la pose de diva de Dora Ramírez, en sus últimos años, dan cuenta de su personalidad única; y la de Sofía Vari, en su casa de Rionegro, es la prueba fehaciente de que el garbo sí existe. Aquí está también la serenidad de Fernando Botero, en sus 80 años, la sonrisa inmortal de Nicanor Restrepo Santamaría, y la introspección de la artista Beatriz González.
Esto fue lo que aprendió Carlos Tobón cuando estudió artes gráficas, con énfasis en fotografía, en New Orleans, y posteriormente en Nueva York, en el International Center of Photography -ICP-, con Neal Selkirk, “que, en aquella época, era el fotógrafo oficial de los presidentes de Estados Unidos”. Y como laboratorista de León Ruíz, “el gran maestro de la fotografía en blanco y negro”.
Al regresar a Medellín, montó su propio estudio y se dedicó, durante 40 años, a la fotografía comercial. Desde que inició Inexmoda, fue el fotógrafo oficial de los eventos y desfiles de Colombiamoda, así como de las modelos más famosas, con lo que logró un gran reconocimiento nacional.
Pero el retrato siempre fue su obsesión, y ahora presenta su obra al público, por primera vez en una exposición individual. Una exposición de retratos que, a su vez, es un retrato del fotógrafo, de su profunda conexión con el oficio. Así lo describe el texto curatorial: “Es un diálogo consentido en el que se establece necesariamente una participación compartida, una comunión. Es un acto que requiere un espacio y un tiempo determinado, un encuentro uno a uno en el que se pueda entablar un diálogo entre la mirada del fotógrafo y la mirada del retratado”.
En los últimos años, Carlos Tobón se ha dedicado a participar en la edición de libros de grandes artistas colombianos, y a explorar las posibilidades estéticas de los objetos, el paisaje o la naturaleza en descomposición”. “En estas series, así como en ‘Retratos’ se comprueba el acto fotográfico como aquel que conlleva la sensibilidad y el afecto”, dice el texto curatorial.