Vivir en El Poblado habló con tres expertos en estos temas para entender las pautas básicas de alimentación para pacientes con cáncer, atletas de alto rendimiento y niños obesos.
Cáncer
El médico Jorge Vega Bravo, especialista en acupuntura y medicina antroposófica, explica cuál puede ser una buena alimentación para estos pacientes, apoyado en sus investigaciones y en los casos de su consulta.
Afirma el Dr. Vega que, en cerca del 35 por ciento de los casos de cáncer, hay factores alimenticios que inciden en la génesis del mismo y que la alimentación es un factor predispondente en algunos tipos de tumores. De este grupo, el 25 por ciento se atribuye a malos hábitos de alimentación y el 10 por ciento restante a la contaminación química de los alimentos. Así mismo, la nutrición puede ser determinante en el tratamiento o, por el contrario, en el desarrollo de un cáncer. Para empezar, se debe tener en cuenta el respeto por el ritmo de las comidas. “Ritmo significa comer en las horas apropiadas y no realizar otras actividades mientras comemos”.
Los vegetales constituyen un grupo clave de alimentos para los pacientes con cáncer. “En el reino vegetal es donde mejor se expresa la vida y de los vegetales podemos obtener vitalidad”. Recomienda también una alimentación limpia, es decir productos orgánicos, libres de agroquímicos. La oferta comercial corriente abunda en alimentos vegetales y animales tratados en su cultivo o en su crecimiento con antibióticos, hormonas y agroquímicos. O enriquecidos en su preparación con aromatizantes, reforzadores de sabor, antioxidantes y nitratos, entre otros aditivos.
Jorge Vega recomienda -en los procesos tumorales- reducir el consumo de papa y tomate, usar mantequilla de vaca en lugar de margarina, reducir las carnes rojas, tener mucho cuidado con el café, el alcohol y cualquier estimulante, evitar los concentrados de caldo y no consumir azúcar refinada, que, según él, es el gran tóxico de la alimentación moderna. También invita a recordar que la alimentación nunca puede ser un dogma, pues “es más nocivo el fanatismo que un alimento inadecuado”.
Alto rendimiento
Maximiliano Kammerer, nutricionista, especialista en nutrición y alimentación en actividad física y deporte, explica qué debe tener en cuenta un atleta de alto rendimiento durante los días de entrenamiento y los días de competencia. Sus recomendaciones también pueden ser tenidas en cuenta por deportistas que, si bien no son de alto rendimiento, sí son constantes para trotar o caminar por vías pendientes, como las de El Poblado.
Para empezar, los deportistas deben consumir, mínimo, 3.500 calorías en el día, mientras que las personas de baja actividad diaria deben consumir, máximo, 2.800. El 60 o 70 por ciento de esas calorías debe provenir de los carbohidratos que constituyen la reserva energética, el 10 o 15 por ciento de la proteína y el porcentaje restante de frutas y verduras. Estas últimas, con sus antioxidantes, son indispensables para la recuperación de los músculos. Para los deportistas cuyo interés es la fuerza y la potencia en lugar de la resistencia, el porcentaje de proteína debe ser más alto.
Durante los entrenamientos corrientes la dosis de carbohidratos aconsejada por el especialista fluctúa entre 700 y 800 gramos al día. En los tres o cuatro días previos a una competencia se deben agregar tres o cuatro porciones. La comida anterior a la competencia, al menos tres o cuatro horas, antes debe ser muy alta en carbohidratos y moderada en proteínas. “Una porción generosa de pasta, dos tajadas de pan, 200 gramos de pollo, ensalada, jugo de frutas en leche y un postre”, dice Kammerer. Si la competencia o un entrenamiento en particular dura más de una hora y media, es importante consumir carbohidratos durante la actividad. “Los competidores pueden llevar un poco de cereal, barras energéticas, un brownie o geles especializados para esto, para que mantengan el nivel de glicemia”.
Así mismo, no recomienda las leguminosas, el brócoli, las leches enteras y la grasa antes de entrenar o competir y, por supuesto, insiste en recordar la hidratación.
Obesidad infantil
Los niños en formación deben mantener una relación con su pediatra que le permita a este determinar si están en riesgo o no. A diferencia de los adultos, los niños tienen amplios rangos de normalidad en el peso y por lo tanto cada caso debe ser revisado.
Ana Cristina Gómez, pediatra con maestría en nutrición infantil, cuenta que es común ver en consulta a padres preocupados por los hijos delgados y no por los hijos que tienen sobrepeso. Explica que la obesidad tiene que ver con la forma de comer, en segundo lugar con la actividad física y solo un 1 por ciento con trastornos endocrinológicos. “Los niños no necesitan dietas ni hacer actividades físicas exageradas o ejercicio, con solo corregir ciertos errores de nutrición se pueden lograr grandes resultados”, dice. Considera que uno de los grandes errores que ha encontrado es el consumo de bebidas. Gaseosas, te frío, jugos de caja, polvos para disolver en agua, entre otras alternativas, tienen altos contenidos de azúcar. Lo ideal es reemplazar esto con jugos naturales en las comidas principales, y entre comidas, o cuando el niño tenga sed, tomar agua. “El agua es la bebida principal y la fruta es mejor consumirla entera sin azúcar”, explica la experta. La leche debe ser baja en grasa para los niños mayores de dos años, como medida preventiva.
Ana Cristina Gómez recomienda cinco porciones de fruta y verdura al día, aunque reconoce que es difícil que los niños las consuman y por eso les sugiere a los padres que garanticen al menos una al día. Por otro lado, indica que para prevenir la obesidad es indispensable un buen desayuno, limitar el uso de televisión y videojuegos para que cuenten, como mínimo, con 30 minutos diarios de juegos y actividad física. También deben evitar las calorías vacías de las golosinas que no aportan nutrientes. Si el niño quiera algo dulce es mejor un helado o una chocolatina.