Me gusta la ciudad en la que vivo: tiene árboles, montañas y allí están mis papás y mis amigos. Me gusta. Pero en los últimos días he percibido que las cosas no van nada bien: las empresas y los camiones cada vez echan más humo, el aire está cada vez más contaminado, desaparecen del planeta más especies de animales, el mar está cada vez más lleno de plástico, las personas a mi alrededor se están enfermando más seguido. Mis papás no parecen preocuparse por esto y concentrados en sus deudas y premuras, continúan con su estilo de vida basado en trabajar para pagar las compras que no necesitaban hacer…
Me gustan los monstruos: los de los cuentos o de la televisión. Pero me he dado cuenta de que existen otros de verdad que me hacen sentir miedo. Siento miedo porque quisiera vivir muchos años, así como lo han hecho mis abuelos o mis papás. Pero en cada momento escucho las noticias (mi papá es amante de escuchar noticias en la radio en las mañanas) e intento comprender la magnitud de los incendios en el Amazonas, la muerte de los elefantes en África, el derrame de petróleo en Brasil…
Me gusta estar en la naturaleza. En el colegio nos enseñaron a reciclar y tenemos una huerta en la que hemos aprendido a sembrar y a cuidar la naturaleza y eso me encanta. Me gusta navegar con mi abuelo en su barco y estar en su casa de campo que tiene ventanas de colores. Me gusta… pero no veo que las cosas cambien y mucho menos que mejoren. No sé si estoy siendo muy pesimista y mi mamá me dice que intente siempre ver el lado positivo de las cosas. Lo he intentado: cuando escucho las noticias me tapo una oreja a ver si son diferentes… pero no; son las mismas. De cuando en cuando se escuchan noticias bonitas, pero nunca las he escuchado mientras me tapo una oreja. Quiero vivir… con mi poca experiencia, creo que tengo derecho a vivir. Pero al parecer, nuestra vida no les importa mucho.