Rosalba Echavarría tiene 67 años. Desde hace más de 10 años vino a Medellín, desplazada por la violencia del corregimiento Ochalí de Yarumal. Hoy vive en Villatina, en la comuna 8. Allí tiene una pequeño pedazo de tierra donde cultiva cidra, lechuga, tomates y toda suerte de vegetales.
Rosalba muestra sus cultivos y posa para las cámaras de los extranjeros invitados al Foro Mundial Urbano que subieron a la Comuna 8 a conocer el camino de vida. Ella los recibe con alegría y su optimismo es evidente.
Con el Cinturón Verde Metropolitano CVM, que pasa justo por su casa, espera que vengan muchas cosas buenas. Agua, por ejemplo, para irrigar su huerta. Le han dicho que vendrán otras huertas comunitarias con las que podrá hacer intercambios.
Lo que pasa exactamente frente a la casa de Rosalba es el Camino de Vida, el sendero peatonal del CVM con pavimento en piedra de bajo costo para la conectividad de los territorios de borde y que recupera los senderos prehispánicos que la comunidad ha marcado con el paso del tiempo.
El proyecto piloto es allí en Villatina. Se trata del tramo Cerro Pan de Azúcar que tiene 3 km construidos. El sendero marca el límite inferior de la franja de protección ambiental del cinturón. Del sendero para abajo el caminante encontrará a futuro los demás equipamentos del CVM, como la ruta para bicicletas, canchas deportivas ecoparques, gimnasios urbanos y las huertas comunitarias.
Parte de lo que el proyecto CVM espera es regular el urbanismo indiscriminado, cómo se distribuye la vivienda en el sector y cómo mejorarla a través de estudios con universidades en el proyecto Barrio Sostenible. Algunas casa serán reubicadas y otras reestructuradas. Así mismo buscará conectar a la población con alimentadores de transporte hacia el centro de la ciudad como los cables, construidos y en construcción.