Con miles de kilómetros recorridos, su tendido de llantas desgastado, los bordes del capó y del techo corroídos por el óxido y algunas partes de su pintura deteriorada por efecto de la intemperie, el bus del INEM pareciera estar próximo a alcanzar su pensión definitiva. Sin embargo, aunque hace seis años dejó de circular por las vías de Medellín, sigue moviendo el espíritu de la comunidad “inemita”.
Sus lámparas, enmarcadas por una parrilla verde aguamarina, todavía se muestran expresivas y fulgurantes; su motor, un diésel Cummis, aún ruge con toda potencia, y su bocina, intacta, entre una dura cabrilla forrada con pasta, sigue marcando el compás de los estribillos estudiantiles. En la institución, este automotor, un Dodge D-600, modelo 73, es considerado como la joya más preciada.
“En 51 años, ‘Mi chatarrita’, mi ‘Consentida’, como le digo, solo tuvo tres conductores: un señor Diego, que fue el que lo recibió en los 70: luego, Juan Bautista Toro, que ya falleció; y yo, que lo manejé desde 1989 hasta 2018, cuando ya lo tuvimos que sacar de circulación”, recuerda Héctor de Jesús Giraldo, conductor y mecánico del bus del INEM.
Buena parte de la historia de este colegio se cuenta desde los asientos dobles de cuero desgastado, las ventanillas con vidrios opacos o la puerta, tipo acordeón en lámina, del vehículo cincuentenario. Durante los más de 45 años que estuvo en circulación, este veterano de las vías transportó a las delegaciones deportivas, artísticas o institucionales que representaron a la sede de Medellín en los eventos nacionales del INEM.
“Este bus era nuestra imagen en Colombia. Fuimos a muchos de los 38 ‘inemes’ del país. Yo lo tuve en Manizales, Armenia, Ibagué, Montería, Bogotá y Cartagena. Siempre los muchachos iban de fiesta. Les ponía música en un pasacintas de casetes. La pasábamos muy bien y muchas veces regresamos haciendo bulla porque traíamos trofeos de campeonatos”, agrega Héctor.
A diferencia de los clásicos buses escolares, que son amarillos, el del INEM ha tenido cuatro baños de pintura durante este medio siglo: verde militar, verde “Castalia”, verde pistacho y, tras el cambio de carácter social de la institución de nacional a municipal, el automotor fue pintado de blanco con el escudo y las franjas de la bandera del colegio.
“Aquí le decimos ‘El niño’, es el cincuentón más querido por todos. Queremos instalar en el carro, sin que pierda su esencia de clásico, un aula técnica o una sala con modalidad en TIC. También los amigos de Antioquia Motor Club lo quieren promover para exhibirlo en la Feria de las Flores”, explica Dora Alba Mejía Ríos, coordinadora de Bienestar Institucional del INEM.
Aunque por lo general el vehículo permanece estacionado en un costado del parqueadero que conecta con la avenida Las Vegas, en ocasiones el vehículo lo mueven internamente para eventos tecnológicos, académicos o culturales que se efectúan en la institución.
“Cuando encendemos el motor y lo ponemos en marcha internamente es la alegría de todos. Los estudiantes corren a su lado emocionados. Los profesores y empleados se suben para irse sentados. Verlo rodar es toda una fiesta”, destaca la coordinadora.
Su placa original de cuatro números y dos letras, OK5004, continúa adherida al bómper delantero. Adentro, junto al medidor de velocidad, está intacta una imagen de la Virgen del Carmen, considerada como la patrona de los conductores.
A ella, según Héctor, le debe que siempre regresó a salvo con sus ocupantes después de recorrer cientos de kilómetros por las complejas vías de la otra Colombia. También él, próximo a pensionarse, está orgulloso de que su amigo cincuentón sea hoy un vehículo de exposición.