El meritorio recorrido vital del médico Boris Leonardo Pabón (que a sus 47 años es, quizás, la mayor autoridad hispanoamericana en la vanguardista ciencia del Neurointervencionismo) está marcado por contrastes poco compatibles, empezando por la inusual combinación de su nombre.
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“No entiendo cómo se les ocurrió ese ‘casao’ de ajedrecista y cantante”, confiesa con una sonrisa, la misma que le permite evocar, sin acritud, sus comienzos dentro de una familia disgregada, desentendida.
“Fui el tercero de un matrimonio que estaba en las últimas cuando nací. Nunca sentí que yo importara”.
En esos primeros años, en Bogotá, ese sentimiento se transformó en deserción escolar y vandalismo adolescente, con su clímax entre los 9 y 14 años. La muerte de su socio de tropelías, tiroteado a su lado por un celador cuando les pareció buena idea romper vidrios de carros, fue el primero de varios eventos que lo alejaron de un futuro breve y violento.
“No digo que hubo un punto de inflexión. Me gusta pensar que me encontré con personas que me dieron algo de lo que carecía: atención, que mostraron interés en mí, que me escucharon y se preocuparon”. Menciona un tío por parte de madre, y una cuñada de su padre (casado otra vez y radicado en Medellín, a donde lo trajo a vivir).
“El neurointervencionismo hace en minutos lo que demoraba horas; esa diferencia evita graves incapacidades”.
Boris Leonardo Pabón.
Así pasó de ser el puesto 64 en un atiborrado salón de colegio público, al mejor bachiller de la promoción 1992 de un colegio privado, en Envigado. Estudió medicina en el CES, obteniendo menciones honoríficas a lo largo de seis años de mucho estudio y esfuerzo. “Vendía de todo, hice préstamo del ICETEX, papás de compañeros me prestaron; hubo profesores que me regalaban plata para que siguiera”.
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Luego vino su especialización en Neurocirugía y, en los últimos años, la bien merecida categoría de referente continental en Neurointervencionismo. “Puede sonar a frase de cajón, pero así descubrí mi potencial en el estudio y me esforcé por salir adelante y cumplir mis sueños”. Sin duda, un contraste más: una fórmula cotidiana que arrojó en él resultados extraordinarios.
El Neurointervencionismo permite procedimientos rápidos, poco invasivos y que mejoran enormemente la calidad de vida de pacientes con aneurismas y trombosis cerebrales. El doctor Boris Leonardo Pabón es un respetado experto continental en esta reciente ciencia, que se sirve de delgados catéteres y tecnología altamente sensible, la cual ha ayudado a desarrollar con su utilización en casos clínicos reales.
Es formador de nuevos neurointervencionistas (solo existen 64 en el país), quienes combinan el saber de neurocirujanos, neurólogos vasculares y neurorradiólogos. Hace parte de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía; su conocimiento es requerido en todo el continente, lo que le exige viajar y dictar charlas virtuales. Ofrece consulta privada en la Torre Médica de El Tesoro y da clases esporádicas en el CES; desde el año pasado es el fundador y director del nuevo programa de Neurointervencionismo de la Universidad de Antioquia.