Bluesky, la red social que surgió como un proyecto experimental en 2019 bajo el liderazgo del fundador de Twitter, Jack Dorsey, está viviendo un auge sin precedentes. Tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2024, en las que Donald Trump volvió al poder, miles de usuarios comenzaron a migrar desde X, descontentos con la dirección tomada por Elon Musk, quien ha flexibilizado normativas y promovido un modelo agresivo de monetización.
Actualmente, Bluesky cuenta con más de 25,9 millones de usuarios, una cifra que sigue creciendo a un ritmo vertiginoso de un millón de nuevas cuentas diarias. A pesar de su parecido visual y funcional con el antiguo Twitter, esta red ofrece un enfoque descentralizado: permite a los usuarios elegir servidores independientes para alojar sus datos, aunque la mayoría utiliza el servidor predeterminado “bsky.social”.
La principal diferencia de Bluesky radica en su filosofía. Mientras Musk apuesta por la explotación de datos y la publicidad intrusiva, Bluesky promete proteger la privacidad y rechazar la venta de información personal. “No queremos vender datos de usuarios para subsistir”, afirmó la empresa en 2023, marcando una postura contraria al modelo dominante en las redes sociales actuales.
Su propuesta ha captado la atención de figuras públicas como Ben Stiller, Jamie Lee Curtis y Lizzo, quienes han anunciado su migración a Bluesky. Además, medios como The Guardian han decidido abandonar X, calificándola como una plataforma “tóxica”.
Retos y oportunidades
El rápido crecimiento de Bluesky ha puesto a prueba su infraestructura, obligando a la empresa a adelantar la instalación de nuevos servidores. La red también enfrenta desafíos financieros: aunque ha recaudado 15 millones de dólares en rondas de inversión, su sostenibilidad a largo plazo dependerá de nuevas estrategias, como servicios de pago para personalizar dominios o funcionalidades avanzadas para profesionales.
El auge de Bluesky plantea una pregunta crucial: ¿es viable construir redes sociales éticas y sostenibles sin depender de la explotación de datos? Mientras el ecosistema digital sigue evolucionando, Bluesky representa una apuesta por un modelo más humano en un espacio dominado por algoritmos y vigilancia.