Un grupo de ciudadanos, varios de ellos de El Poblado, acaba de entregar a la Alcaldía de Medellín un interesante documento con varias propuestas concretas para estudiar e incluir –esa es su intención– en la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Medellín, que debe quedar lista este semestre.
Las propuestas, sobre las que informamos en esta edición (páginas 3 y 5), merecen ser consideradas por la administración municipal, la ciudadanía y el Concejo durante las discusiones previas a la aprobación del POT. No son salidas de la nada, ni elaboradas de afán. Son producto de muchas reuniones realizadas a lo largo del último lustro, resultado de haber vivido de cerca las consecuencias de una mala planeación de la ciudad y una mezcla de usos de suelos para la que Medellín –sus autoridades y sus habitantes– no estaba preparada. Algunos de los efectos han sido la desvalorización de barrios residenciales, el resquebrajamiento de la calidad de vida de personas que invirtieron hace muchos años en lo que creían seguiría siendo un tranquilo barrio residencial y el surgimiento de un clima poco armónico entre comerciantes y residentes. Por fortuna, aún es tiempo de corregir el rumbo y la inminencia de la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial se presenta como una oportunidad inigualable para ello.
Ya caímos en el error de improvisar y los desaciertos se han pagado caro, está claro. Pero lo que no podemos es seguir tapando un error con otro error, en este caso el de no enderezar la ruta y procurar armonía en el desarrollo de la ciudad. Resignarnos, pensar que lo hecho hecho está, que lo mejor es “hacernos los locos”, como se dice popularmente, taparnos los ojos como caballos cocheros y convencernos de que todo es normal, que el desorden y el caos son parte inevitable del desarrollo urbano, aféctele a quien le afecte, no es el mejor camino. Desconocer los problemas no los soluciona. Todo lo contrario, los empeora. Dilatar eternamente la búsqueda efectiva de soluciones, dejar a otras administraciones municipales la resolución de los asuntos espinosos, quizás con el fin de no tocar los intereses de algunos con poderes de distinta índole, no es honesto con Medellín ni con los gobernados. Como mínimo, es indolencia.
Los usos del suelo y la mezcla de ellos no son una materia menor, como tampoco lo son otros temas muy importantes para tratar en las discusiones del POT. Las propuestas ciudadanas presentadas en esta edición podrían verse en este momento como utópicas, difíciles de realizar. Sin embargo, no olvidemos que los grandes proyectos suelen ser producto de mentes visionarias, de personas que se atrevieron a soñar e imaginar sin dejarse vencer por el desánimo que implica saber que quizás no estén vivos cuando sean realidad, ni por el desaliento que les causan los oídos sordos de los dirigentes que se niegan a tenerlos en cuenta, administración tras administración.