A casi 20 días del deslizamiento de tierra que sepultó parte de la vía en Los Balsos, al suroriente de Medellín, el panorama sigue siendo crítico. Aunque en un inicio se señaló a las lluvias como responsables, la Alcaldía reveló que el deslizamiento obedeció a delitos ambientales como el desvío de quebradas, la construcción irregular en la parte alta de la loma y el represamiento de aguas subterráneas. “Lo de Los Balsos es peor de lo que nos imaginábamos”, afirmó el alcalde Federico Gutiérrez.
Las cifras dimensionan la magnitud de la emergencia: más de 25.000 metros cúbicos de tierra y roca han sido removidos, el equivalente a diez piscinas olímpicas. Hasta ahora, unas 1.600 volquetas han sido necesarias para transportar el material, una fila de camiones que, alineados, cubriría el trayecto entre el centro de Medellín y el parque principal de Sabaneta. No obstante, los trabajos avanzan lentamente debido a las inestables condiciones geológicas y la presencia de aguas subterráneas.
De acuerdo con Gutiérrez, varias personas habrían solicitado licencias para modificar estructuras que ni siquiera existían, y luego levantaron edificaciones desde cero. Estas construcciones, sumadas a una red de túneles naturales y quebradas subterráneas, desestabilizaron la montaña.
Aunque no hubo víctimas fatales gracias a la reacción de vecinos y trabajadores de la zona, el riesgo persiste. La Alcaldía anunció investigaciones judiciales y sanciones para los responsables. La vía seguirá cerrada indefinidamente, mientras no existan garantías plenas de seguridad para los ciudadanos.